Extracto del Mensaje de los Obispos de México durante nuestra XCVIII Asamblea Plenaria

Extracto del Mensaje de los Obispos de México durante nuestra XCVIII Asamblea Plenaria

¡¡BASTA YA!!
Los Obispos de México decimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza. Compartimos como mexicanos la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o desaparecidos en Iguala, en Tlatlaya y que se suman a las miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país. Nos unimos al clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse.

Con tristeza reconocemos que la situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional. Muchas personas viven sometidas por el miedo y la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades.
En nuestra visión de fe, estos hechos hacen evidente que nos hemos alejado de Dios; lo vemos en el olvido de la verdad, el desprecio de la dignidad humana, la miseria y la inequidad crecientes, la pérdida del sentido de la vida.

En medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil, que como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades; creemos que es necesario pasar de las protestas a las propuestas. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos. Es indispensable la participación de la ciudadanía para el bien común. Sin el  acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad civil, el poder se queda en manos de unos pocos.

Ante la situación que enfrentamos, los Obispos de México queremos unirnos a todos los habitantes de nuestra nación, en particular a aquellos que más sufren las consecuencias de la violencia, acompañándoles, en su dolor a encontrar consuelo y a recuperar la esperanza.

Jesucristo es nuestra paz. Con esta certeza, redoblaremos nuestro compromiso para acompañar espiritual y solidariamente a las víctimas de la violencia en todo el país, para colaborar con los procesos de reconciliación y búsqueda de paz, para respaldar los esfuerzos de la sociedad y sus instituciones a favor de un auténtico Estado de Derecho en México, y para seguir comunicando el Evangelio a las familias.

Agradecemos al Papa Francisco su cercanía y preocupación en estas circunstancias. Unidos a él, celebraremos el próximo 12 de diciembre la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, haciendo una jornada de oración por la paz; a ella le pediremos su intercesión por la conversión de todos los mexicanos, particularmente la de quienes provocan sufrimiento y muerte.

Que Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, que reclama a sus hijos desaparecidos y ruega por la paz en México, interceda por nosotros para que una oleada de amor nos haga capaces de reconstruir la sociedad dañada.