María, compañera de camino.

Por Juan Carlos Cruz Martín
Cuando contemplamos la vida de un santo, nos damos cuenta que sin falta María le ha acompañado, y es que no se puede llegar a Cristo sin María. La Santísima Virgen es la madre del Amor, el primer sagrario, Ella que contempló a Cristo en su humanidad y en su divinidad solo quiere que cada uno de nosotros podamos contemplar a este mismo Cristo. La mejor manera para llegar a Dios, es hacerlo por María, ella es compañera de camino, y esto bien que lo sabían los santos. Quisiera sólo ejemplificar con dos grandes santos. 
CURA DE ARS.
San Juan María Bautista Vianey, el santo patrono de los párrocos, desde el comienzo de su vida tenía una afecto grande por María. Sus padres lo llevaban al campo a cuidar los rebaños. Con frecuencia se iba bajo la sombra de un árbol grande y allí, hacía como un pequeño altar donde ponía la imagen de la Virgen Santísima, que siempre llevaba y llevaría toda su vida junto a él; y a los pies de la Madre, descargaba su corazón con la confianza de un niño pequeño. En el tiempo de la Revolución Francesa se convirtió en “desertor involuntario”, al ser enviado a las filas de guerra, enferma, este suceso se lo atribuye a la Divina providencia y a la Santísima Virgen. Su tierno amor por la Virgen Santísima lo movió a consagrar su Parroquia a la Reina del Cielo. Sobre la entrada de la pequeña Iglesia puso una estatua de la Virgen que aún se encuentra en el mismo lugar. Cuando el Papa Pío IX definió el Dogma de la Inmaculada Concepción, nuestro santo pidió a los habitantes del pueblo que iluminasen sus casas de noche, y las campanas de la iglesia resonaron por horas de horas. Era de esperarse que un triunfo tan grande de la religión, así como la santidad del instrumento que Dios usó con este fin, trajese la furia del infierno. Por un periodo de 35 años el santo Cura de Ars fue asaltado y molestado, de una manera física y tangible, por el demonio. Se cuenta que en diálogo que tuvo el Santo con el demonio, éste le dijo –“Sin ésta (la Virgen) que está allí arriba ya te poseeríamos; más ella te protege”.
DON BOSCO
Si hemos de tener a un santo privilegiado por la compañía y asistencia de la Santísima virgen, es sin duda San Juan Bosco. Él, desde el comienzo de sus sueños proféticos, fue acompañado por María. Ella en tantas ocasiones le revelaba y le explicaba la voluntad de Dios. Cuando muere su mamá Margarita, San Juan Bosco le pide a la Virgen que le acompañe, le hace una especial consagración. Era devoto a María Auxiliadora. Algunos de sus pensamientos sobre la virgen: La devoción y el amor a María Santísima es una gran protección y un arma poderosa contra las asechanzas del demonio. Aún cuando María les obtuviera muchas gracias, de nada les servirían, si no les consiguiera la de no caer en pecado mortal. Si María favorece tanto a este miserable cuerpo, ¿cuántos favores no concederá a las almas que la invocan? Si todos los hombres fuesen verdaderamente devotos de María, qué felicidad habría en este mundo. En todos los peligros invoquen a María, y les aseguro que seran librados. Es casi imposible llegar a Jesús, si no es por medio de María. Para obtener una gracia especial, la jaculatoria más eficaz es ésta: “María Auxiliadora, rogad por nosotros”.
Estos dos ejemplos nos motiven para mirar a la Santísima Virgen, para acudir a ella. para aceptarla como Madre. ¡Qué no falte María en tu vida! ¡Totus Tuus, María!