Las causas de la indiferencia religiosa en el hombre moderno

Psic. Socko Domínguez Badillo

¿Cuestión de óptica y/o de actitud?

Históricamente, se desarrolla simultáneamente con la «modernidad». Influjo de urbanización, centros industriales e inmensas metrópolis, formados por personas erradicadas de sus regiones y su propia cultura, incluyendo lo religioso, inmersas en culturas urbanas, secularizadas y religiosamente vacías, y en las escuelas: donde el cristianismo es declarado irracional, mítico, legendario y enemigo de la ciencia y el progreso, humilla a la razón, impide el progreso y crea en él la conciencia infeliz, y por último en los cursos de superación y desarrollo personal: obstaculiza la libertad, imponiéndole la ley de Dios, es decir, una ley que viene de fuera del hombre y de un Poder opresivo. Este fenómeno lo verificamos personalmente: mientras más moderno, civil y científico llega a ser un país y aumenta el nivel de bienestar, más se expande la indiferencia religiosa,

 

Jesús nos advirtió que la semilla de la Palabra de Dios se «ahoga» al aumentar las «preocupaciones de esta vida» y los «encantos de la riqueza» (Mt 13, 22).

 

Amigos, parientes y compañeros repiten «No siento necesidad alguna de tener o profesar una religión», sin concientizarse que la mayoría de los males que hoy vivimos son ocasionados por hombres que permanecen alejados de Dios y de sus mandatos, cuyo corazón está ocupado por los ídolos del dinero y del poder, de las apariencias y del placer, la mentira se sobrepone a la verdad, donde el ser humano es visto como alguien a quien hay que vencer, dominar o eliminar.

«No se puede servir a Dios y al Dinero» sin «odiar» a uno y «amar» al otro (Mt 6, 24)

 

La indiferencia religiosa, actitud dolorosa y atormentada implica la «ausencia», el «vacío», la «falta de sentido» de Dios, es más grave que su negación (ateísmo).

 

  1. Actitud «mental» de desinterés y falta de atención en relación con Dios y la religión;
  2. Actitud «afectiva» de frialdad y alejamiento de Dios y la religión;
  3. Actitud «práctica», ni religiosa ni antirreligiosa, sino puramente a-religiosa, «vacía» de Dios, en el sentido de que toda problemática religiosa está ausente, ya que carece de valor para la existencia.

 

«Creyentes, pero no observantes» se interesan en la vida de la Iglesia, sucesos eclesiásticos; curiosidad (en debates sobre argumentos religiosos, explorando quién gana y quién pierde); simpatizan con el Papa Francisco, la Madre Teresa. Está claro, «indiferentes» se interesan en el hecho religioso, el «interés», superficial, no las toca «por dentro», no tiene sentido para la vida interior.

 

Cuida tus pensamientos y comentarios.

 

En el mundo actual, lo que realmente cuenta para un encuentro con Dios es la capacidad de entrar en uno mismo para reflexionar sobre el sentido de la vida y los valores que la hacen digna de ser vivida.

 

«Nada tengo contra quienes creen en una u otra religión. En cuanto a mí, estoy bien sin religión». Así, padres indiferentes piden el bautismo para sus hijos por respeto a la «tradición»; o esposos no creyentes concertan el matrimonio religioso para satisfacer a sus padres o por brillo y solemnidad a la celebración.

 

¡Qué pena! “que seas de los padres que se preocupan por el futuro de sus hijos únicamente en el área escolar y no en la fe, quien vive la fe en Dios asegura el futuro de sus hijos sin estrés, miedo y violencia, la FE mejora nuestra vida”.

 

“El verdadero cambió social –señaló el Arzobispo Rivera – se dará cuando nos volvamos hacia Dios y dejemos que Él y sus mandatos estén presentes en nuestra vida personal, familiar y social, así como en los niveles donde se toman las decisiones económicas, educativas y de gobierno que condicionan la vida de los habitantes de nuestra ciudad, de nuestro país y del mundo entero”.

 

¿Cuáles son las causas del nacimiento y crecimiento de la indiferencia religiosa en el mundo?

-En tu mundo ¿Cuestión de óptica y/o de actitud?

 

Se firme gira y amplia el enfoque

 

El objetivo de los preceptos cristianos no es coartar la libertad humana y poner sobre la espalda pesos insoportables que nos hacen ser infelices, sino, por el contrario, señalar el camino justo para llevar una vida sana y feliz.