Mensaje a la Diócesis de Tlaxcala de Mons. Julio César Salcedo

Estimados hermanos de la Diócesis de Tlaxcala:

Les envío un cariñoso saludo, así como a todas las personas de buena voluntad. Tres pensamientos brotan del corazón:

1. Un nombramiento para servir

El Santo Padre Francisco me ha pedido animar y guiar a la Iglesia que peregrina en Tlaxcala. El nombramiento fue dado a conocer en la fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, significando que todo servicio nace y se fortalece de la Eucaristía. Esta grande responsabilidad sólo puede llevarse adelante con la fuerza del Espíritu Santo, quien suscita servicios y ministerios para el bien común.

El Papa Francisco, al inicio de su ministerio como Obispo de Roma, nos decía que nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, que tiene su culmen luminoso en la cruz y que debemos poner los ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente a los más pobres, los más débiles, los más pequeños. Quiero ir, pues, a Tlaxcala con una actitud de escucha y servicio a fin de res-ponder, desde mis posibilidades y las de la Diócesis, con acciones concretas que nos ayu-den a recibir la vida que brota del Evangelio.

Les comunico que se ha definido la fecha de la consagración episcopal; será, Dios mediante, el próximo 30 de agosto, fiesta de santa Rosa de Lima. Ella, signo del Espíritu para nuestro tiempo, intercederá por nuestra Diócesis.

2. La canonización de los Niños Mártires

Hay una coyuntura providencial al inicio de mi servicio pastoral: la canonización de los Niños Mártires de Tlaxcala, Patronos de la niñez mexicana. ¡Qué regalo para la Iglesia en Tlaxcala! ¡Qué regalo de Tlaxcala para la Iglesia que peregrina en México y para la Iglesia universal! Cristóbal, Antonio y Juan son modelos de santidad e intercesores ante nuestro Padre Dios; su vida y entrega generosa nos impulsan a ser fieles al Evangelio. El Espíritu Santo, con esta canonización, nos recuerda la vocación universal a la santidad, sea cual sea nuestra edad, vocación, trabajo o lugar en el mundo.

Los santos mártires tlaxcaltecas tocan lo más profundo de la identidad de la Iglesia: ¡la evangelización! Ellos darán un nuevo impulso al Plan Pastoral de la Diócesis, a la vida y misión de los presbíteros, de los religiosos, de los laicos, de todo el pueblo de Dios.

Este don es también una invitación a la conversión pastoral, como nos recuerda el Pa-pa: “Espero que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están. Ya no nos sirve una ‘simple administración’. Constituyámonos en todas las regiones de la tierra en un ‘estado permanente de misión’” (Evangelii Gaudium, 25).

3. La oración

Por último, les pido que oren por mí. Al ir a la Diócesis de Tlaxcala, soy consciente de mi fragilidad; oren a fin de que el Espíritu Santo, desde mi pequeñez, realice su obra. Todos nos necesitamos; somos el Pueblo de Dios en donde el Espíritu suscita carismas y servicios para la construcción del Cuerpo de Cristo. Que nuestro Padre Dios me conceda la gracia de ser un pastor ‘con olor a oveja’ y a ustedes, ser ‘ovejas con olor a pastor’. Llevemos en el corazón la convicción de la presencia amorosa de Nuestra Santa Patrona de Ocotlán y de su esposo san José; ellos acompañarán nuestros procesos personales y comunitarios a fin de llegar a ser discípulos misioneros de Jesús. De mi parte, tengan la seguridad de mi oración, en especial por los enfermos, ancianos y personas que viven solas. Dios los bendiga.

Julio C. Salcedo Aquino, m.j. 
Obispo electo de Tlaxcala

19 de junio de 2017.