Misterios Luminosos

Sem. Juan Cruz Martín

En las reflexiones anteriores comenzamos a hablar del Santo Rosario, como medio para llegar a Cristo a través de María. Ella, en el Rosario, nos enseña a contemplar el misterio de Cristo, desde su visión, desde la visión de la Madre. Ya decíamos que los misterios que anunciamos en el Santo Rosario, son como el recuerdo que tiene María de la vida de Cristo. Cierto es que los evangelios no nos dan cuenta de que Nuestra Santa Madre haya estado presente en toda la vida pública de Cristo, aunque los evangelios no lo mencionan, seguramente es que María acompañó al hijo, incluso hasta la Cruz.

A través de cada una de las cuentas de rosario, rogamos a Cristo con María. En el evangelio, Jesús aconseja a sus discípulos rogar con confianza y con insistencia al Padre (Mt 7,7). A este consejo se suma la intercesión de maternal de nuestra madre, así lo que pareciera solo una devoción, es la oración de la Iglesia que está apoyada en María. Vemos especialmente, esta oración de intercesión que hace nuestra Santa Madre al Hijo en las bodas de Caná (Jn 2). Ella ve la necesidad del otro, y precisamente en su preocupación de Madre es portavoz de las necesidades humanas, y lo manifiesta de manera sencilla: “ya no tiene vino”.

Así, esta bella oración del Rosario, es contemplar a Cristo desde la visión materna de María, además es la oración de la súplica confiada. Colocamos en María nuestra oración, y confiamos que será escuchada. Dirá el poeta Dante “mujer, eres tan grande y tanto vales

La distribución de las Avemaría a través de los misterios, era de acuerdo a los salmos. Son 150 salmos en la biblia, entonces se rezan 150 avemaría, distribuidos en tres misterios, 50 avemaría por cada misterio. Recientemente, en el año 2002, San Juan Pablo II, introdujo los misterios de la Luz, sin que rompa la integridad te los demás misterios.

Hace esta incorporación es para contemplar la vida pública de Cristo, que une el final de los misterios gozos, con los misterios dolorosos. Contemplamos con María desde el bautismo del Nuestro Señor en el Jordán, hasta el comienzo de la pasión. La intención de San Juan Pablo II es que podamos contemplar en el rezo del rosario, como pleno compendio del Evangelio, algunos pasajes significativos de la vida pública de Cristo, lo que conocemos como misterios de Luz, ya que, durante la vida pública es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como misterio de Luz: “soy luz del mundo”.

En estos misterios no vemos a María cerca del Hijo, excepto en Caná, pero de muchas maneras la labor de Nuestra Santa Madre en las bodas de Caná, es el cometido que desempeña en toda la misión de Cristo: “hagan lo que él les diga” (Jn 2, 5); es una invitación que introduce las palabras de Cristo en su vida pública, teniendo de fondo la presencia de María en todos los misterios de Luz. ¡Qué no falte María en tu vida!