El sueño de José

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

En el encuentro del Papa Francisco con las familias en Filipinas, que se realizó en enero del 2015, el Papa les compartió una historia muy personal: “hay una imagen de San José que tengo en mi escritorio, en San José durmiendo y ahí mientras duerme cuida la Iglesia, cosa que nosotros no podemos hacer”. Les contó que él quiere mucho a San José y cuando tiene algún pendiente pone su pendiente ahí bajo la cama de José. Un hombre modelo de fe por su discreción y acción. “debemos escuchar a Dios que nos habla mientras dormimos y como José levantarnos y actuar”.

El 19 de marzo se celebra a San José, el hombre “justo”. Y aunque en muchas de sus iconografías, se le muestra como alguien anciano, en realidad debió ser un joven, enamorado de la virgen María con quien se había desposado. Y que como todos aquellos que descubren que “su prometida” está embarazada sin ser él el causante, habrá sentido enojo y dolor, pensaba repudiarla en secreto, para no exponerla al juicio público y que como mandaba la ley, fuera “sacada del pueblo y apedreada” para “extirpar la maldad”. Sin duda, esto es muestra de amor y José por amor a María no quería –a pesar de su dolor- verla ejecutada.

San José ha sido declarado “patrono y cuidador de la Iglesia” desde tiempos del Papa Pio IX y su culto fue promovido de manera especial por el Papa León XIII; el Papa Benedicto XVI ordenó que se volviera a incluir en el ordinario de la misa la mención: “y su esposo San José” después de la mención a la virgen María. Ahora el Papa Francisco muestra un cariño “muy familiar” a San José a partir de la experiencia personal, “nosotros también tenemos familia” y con gusto recordará siempre a su mamá, a su papá y a su abuelita.

La paternidad hoy está muy a la baja socialmente y la percepción del padre que provee a su familia, hoy que las mamás también proveen pues reduce la figura paterna, pero no debieran perderse elementos de la figura paterna que también hoy son muy necesarias. El Papa Francisco en enero del 2015 hablaba de la ausencia de los padres en la familia: “la ausencia de la figura paterna en la vida de los pequeños y de los jóvenes produce lagunas y heridas que pueden ser incluso muy graves. Y, en efecto, las desviaciones de los niños y adolescentes pueden darse, en buena parte, por esta ausencia, por la carencia de ejemplos y de guías autorizados en su vida de todos los días, por la carencia de cercanía, la carencia de amor por parte de los padres. El sentimiento de orfandad que viven hoy muchos jóvenes es más profundo de lo que pensamos.

Son huérfanos en la familia, porque los padres a menudo están ausentes, incluso físicamente, de la casa, pero sobre todo porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a los hijos, con su ejemplo acompañado por las palabras, los principios, los valores, las reglas de vida que necesitan tanto como el pan. La calidad educativa de la presencia paterna es mucho más necesaria cuando el papá se ve obligado por el trabajo a estar lejos de casa. A veces parece que los padres no sepan muy bien cuál es el sitio que ocupan en la familia y cómo educar a los hijos. Y, entonces, en la duda, se abstienen, se retiran y descuidan sus responsabilidades, tal vez refugiándose en una cierta relación «de igual a igual» con sus hijos. Es verdad que tú debes ser «compañero» de tu hijo, pero sin olvidar que tú eres el padre. Si te comportas sólo como un compañero de tu hijo, esto no le hará bien a él”.

Por eso habrá que pedirle a San José –mientras duerme- interceda para que Dios conceda a los papás ser un verdadero padre para sus hijos.