Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

Fr. Sergio Mena

 El Papa Urbano IV y la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo

En esta ocasión abandonaremos el texto bíblico para indagar en la historia las causas que llevaron a la Iglesia en la figura del Papa Urbano IV, ha establecer la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo el Primer Jueves después de la Octava de Pentecostés. Con la Bula Transiturus de Hoc Mundo, que él mismo publicó el 11 de agosto de 1264, quedó instituida la Solemnidad del Corpus Christi, en respuesta a las diversas herejías que negaban la presencia real de Cristo en la Eucaristía. En el texto de la Bula se lee: Aunque este Sacramento sagrado sea celebrado todos los días en el solemne rito de la Misa, sin embargo creemos útil y digno que se celebre, al menos una vez en el año, una fiesta más solemne, en especial para confundir y refutar la hostilidad de los herejes”.

            Uno de los más acérrimos herejes fue Berengario de Tours, quien dedicó mucho de su vida a esparcir su pensamiento negando que durante la Consagración el pan y el vino se convirtieran en el Cuerpo y la Sangre real de Cristo.

            Cuando el Papa habla de la dignidad del sacramento de la Eucaristía, se refiere a la “Transubstanciación” lo que significa que después de las palabras de la consagración  pronunciadas por el sacerdote el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre real de Cristo. La presencia real de Cristo no es sólo una rememoración o un simple recuerdo: “Hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19; 1 Cor 11,24), ni una presencia intelectual o espiritual, sino real y física.

            En la Europa del siglo XI florecieron las herejías que negaban la presencia real de Cristo en la Eucaristia tal es el caso de los Iluminados, los Impíos, los Cataros, los Monofisitas, los Maniqueos, los Nestorianos, los Arrianos, Lutero, Zwinlgio, Calvino y otros cientos de movimientos heréticos se sumaron a la lista de los que no aceptaron y no comprendieron la doctrina de la “Transubstanciación”. Muchos de estos movimientos formularon sus propias creencias en torno a la Eucaristía, algunos de ellos completamente descabelladas.

            Discrepancia y disidencia no son la misma cosa. La mayor parte de los movimientos heréticos acabaron sus días en abierta disidencia con el Papado, y no tanto sus doctrinas que ayudaron a profundizar y desarrollar la doctrina Católica en torno a la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Solamente para enriquecer nuestra lectura, cito con dos ejemplos los análisis y las reflexiones doctrinales en torno a la Eucaristía, de Berengario y Martin Lutero. La Iglesia también se ha transformado y actualizado con las doctrinas de los herejes y los movimientos disidentes. Los disidentes mas conocidos actualmente es la hermandad sacerdotal de San Pío X encabezada por el Obispo Francés Marcel Lefevre quien se rehusó a aplicar las orientaciones y recomendaciones emanadas del Concilio Vaticano II con respecto a la liturgia.

            Como se anunció al principio de este artículo, el Papa Urbano IV fue quien estableció esta Solemnidad en el año de 1264 y una de las razones fue contrarrestar precisamente las doctrinas que negaban la presencia real de Cristo en la Eucaristía, él mismo escribió en la Bula animando a los fieles a celebrar esta fiesta: “También establecemos que en el mismo día se reúnan a este fin en las iglesias devotas muchedumbres de fieles, con generosidad de afecto, y todo el clero, y el pueblo, gozosos entonen cantos de alabanza, que los labios y los corazones se llenen de santa alegría; cante la fe, tremole la esperanza, exulte la caridad; palpite la devoción, exulte la pureza; que los corazones sean sinceros; que todos se unan con ánimo diligente y pronta voluntad, ocupándose en preparar y celebrar esta fiesta. Y quiera el cielo que el fervor inflame las almas de todos los fieles en el servicio de Cristo, que por medio de esta fiesta y otras obras de bien, aumentando cada vez más sus méritos ante Dios, después de esta vida, se dé Él mismo como premio a todos, pues para ellos se ofreció como alimento y como precio de rescate”.

            Por otro lado, es importante resaltar que la forma de la custodia donde se expone el Corpus Christi (Cuerpo de Cristo), tuvo su origen en las visiones de una monja hospitalaria de Lieja en 1208, ella era Juliana de Cornillon, cuyas visiones y escritos fueron los cimientos para la institución de esta Solemnidad litúrgica.

            Quiera Dios que los sentimientos y actitudes que recomendaba Urbano IV en el siglo XIII sean nuestras actitudes en la Solemnidad del Corpus Christi y que nuestro caminar vaya acompañado del fervor sobre todo a la hora de servir a nuestros hermanos y hermanas.