El descanso dominical

Pbro. Ranulfo Rojas Bretón

En nuestros tiempos modernos parece que el domingo se ha convertido en un día laboral como cualquier otro y se ha dejado poco tiempo para el descanso. ¿De dónde llega la tradición del domingo como día de descanso y qué tan importante es en la vida de quienes confiesan la fe cristiana, tan así que es un día de precepto y por tanto, es obligado asistir a las celebraciones dominicales de todas las religiones cristianas?

En la tradición cristiana, el shabat judío fue sustituido por el “octavo día” o el “primer día de la semana” porque ese día fue el día de la resurrección de Jesús y entonces, si bien judíos, los primeros cristianos, además del descanso sabatino, se reunían el primer día de la semana a celebrar “la fracción del pan”. Así, el día de la resurrección comenzó a llamarse, “día del Señor” que en la tradición latina se llamó: dies Domini, o Dominus die o sea “Domingo”.

Al separarse del judaísmo los cristianos dejaron de celebrar el “shabat” para celebrar el domingo y dejarlo como el día sagrado y por tanto “día de descanso” y de santificación.

El domingo como día del Señor ha sido también en palabras del Papa San Juan Pablo II, el día de la Iglesia porque es el día privilegiado para la reunión y también el “día del hombre” porque en su descanso puede dedicar tiempo además del culto, a actividades de crecimiento humano como la familia, el descanso, etc.

El domingo para los cristianos es tan importante porque dedicados a la escucha de la Palabra y a la Fracción del Pan, se convierte en el día central de la comunidad. Hay una expresión que se ha hecho celebre en la historia de la Iglesia: “sine dominico non possumus”. Esta expresión la dijeron los cristianos mártires de Abitinia (hoy Túnez) en el Norte de África en el 304 tiempos de la persecución de Dioclesiano que había prohibido bajo pena de muerte: Tener las sagradas escrituras, reunirse en Domingo y construir templos para las celebraciones. Un domingo encontraron a un grupo de 49 cristianos celebrando la misa, entre ellos había mujeres y niños, fueron arrestados y llevados ante las autoridades que les dijeron: “les hemos prohibido reunirse y ustedes contraviniendo las órdenes lo han hecho. Los vamos a dejar libres pero si vuelven a reunirse serán castigados con la muerte”. Las respuestas fueron además de impresionantes contundentes: “sine dominico non possumus, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir”. Los mártires respondieron a las autoridades: “Sin temor algunos hemos celebrado la cena del Señor, porque no se puede aplazar, es nuestra ley”; “nosotros no podemos vivir sin la cena del Señor”. Una de las mártires contestó: “Sí he ido a la asamblea y he celebrado la cena del Señor con mis hermanos porque soy cristiana”. Uno de ellos llamado Félix respondió al procónsul: “¡Un cristiano no puede existir sin celebrar los misterios del Señor y los misterios del Señor no se celebran sin la presencia de los cristianos! El cristiano vive de la celebración de la liturgia… Sábete que cuando oigas el nombre de ´cristiano´ es uno que se reúne con otros hermanos ante el Señor, y cuando oigas hablar de ´reuniones´ reconoce en ellas el nombre de ´cristiano´”.

Ante tales respuestas las autoridades decidieron ejecutarlos y han pasado a la historia como “los Mártires del Domingo”.