MI EXPERIENCIA EN EL MINISTERIO SACERDOTAL

Pbro. Lic. Pablo Cuatecontzi Flores

Al compartir un poco de mi servicio a la Iglesia en el Ministerio Sacerdotal, tengo presente que Dios es quien me ha invitado a colaborar con Él, desde mis circunstancias particulares. Provengo de una familia sencilla, de varios hermanos, pero donde nuestros padres nos inculcaron buenos principios y sobre todo su buen ejemplo. Considero que mi vocación a la Vida Sacerdotal nació por la vivencia de la fe cristiana en mi familia, y en mi Parroquia de San Bernardino Contla, de donde soy originario.

Ingresé al Seminario Menor de Tlaxcala en la Preparatoria y posteriormente al Seminario Mayor. Ha sido una buena experiencia, la vida que he tenido de Formación en el Seminario, porque todos los momentos, etapas y personas, van moldeando nuestro corazón y nuestro ser Sacerdotal, desde el compartir la amistad con los Compañeros, el encuentro con los Formadores y Maestros, hasta la relación con los Sacerdotes y Laicos en los apostolados. Valoro el esfuerzo y el sacrificio que hizo mi familia por mi estancia en el Seminario y el de muchas personas que apoyan a esta Obra de la Iglesia.

Recuerdo con gran emoción el día de mi Ordenación Sacerdotal, que fue un 02 de enero de 1994 en la Parroquia de donde soy originario, por manos del Señor Obispo Don Jacinto Guerrero Torres (+) y como se acostumbra en nuestros pueblos hubo una gran fiesta y muestras de solidaridad de muchas personas.

En efecto, a lo largo de todos estos años he recibido varias Encomiendas y Servicios Pastorales, en las que se ha ido definiendo mi identidad sacerdotal. Actualmente soy Párroco, sé que estar al frente de una Parroquia siempre es un gran desafío porque hay nuevas expectativas de parte de la comunidad, pero cuando ha habido una buena administración y trabajo pastoral de los Párrocos anteriores, son de una gran ayuda, porque no se trata de empezar sino de continuar y seguir impulsando las diferentes Acciones Pastorales. Si bien es cierto que cada comunidad es distinta, considero que lo valioso en el Ministerio Sacerdotal es la disponibilidad y el encuentro personal con los demás, a través de un dialogo sincero, escucharlos y orientarlos acertadamente. La visita a las personas enfermas me ha fortalecido y edificado porque muchos de ellos tienen una gran confianza y fe en Dios.

Con humildad reconozco también, lo difícil que ha sido para mí, que por mi carácter, negligencias y mal ejemplo no contribuya a la comunión y a la fraternidad en la Iglesia, y sólo confíe en mis propias fuerzas, sin buscar la ayuda de Dios. De ahí la importancia de continuar nuestra Formación Permanente, para ser un buen Sacerdote con un gran corazón, seguir transmitiendo fielmente la Palabra de Dios, celebrar dignamente los Sacramentos, sobre todo la Confesión, mostrar la Misericordia de Dios y darme espacios para atender, escuchar y orientar a los fieles; no descuidar mi oración personal. Recuerdo las palabras del papa Francisco en su visita a nuestro país, en un encuentro con Sacerdotes y Consagrados nos dijo: “Dime como rezas y te diré como vives, dime como vives y te diré como rezas, porque mostrándome como rezas, aprenderé a descubrir el Dios que vives y, mostrándome como vives, aprenderé a creer en el Dios al que rezas.