FOROS DE CONSULTA PARA TRAZAR UNA RUTA DE PACIFICACIÓN NACIONAL

Saludo a los que han hecho posible este Foro de consulta y también de manera especial a todos los que han sido víctimas de la violencia que vivimos en nuestro México y en nuestro Estado.
Como Iglesia católica en México, reconocemos y mantenemos una profunda preocupación por la situación de violencia que ha ido en incremento durante los últimos años; desde la Conferencia del Episcopado Mexicano, consideramos que el objetivo de la acción pastoral debe ser: “Anunciar la alegría del Evangelio, buscando llegar a las periferias con misericordia y sentido profético, para contribuir a la construcción de un México más justo, reconciliado y en paz” (Plan de la Iglesia Católica para la Construcción de la Paz, PICCP). Desde este horizonte evangelizador, les comparto las siguientes reflexiones.

I. Una mirada a las heridas de nuestro pueblo Hoy México, inmerso en una compleja realidad mundial, vive grandes contradicciones; somos testigos de importantes avances tecnológicos y científicos y, sin embargo, la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro país viven precariamente, lo que nos coloca en una grave situación de vulnerabilidad haciéndonos presa fácil para ser víctimas de la violencia.
En Tlaxcala vemos con tristeza que poco a poco las familias se debilitan o desintegran ante la violencia que vivimos y, en consecuencia, la cohesión comunitaria se diluye ante problemáticas como la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, inseguridad, narcotráfico, desaparición forzada, feminicidio, migración, trasmigración, homicidios, secuestro, robo a casa habitación, enfermedades generadas por la contaminación de nuestros ríos Zahuapan y Atoyac. También vemos en la realidad tlaxcalteca violencias emergentes como la generada a partir del robo de hidrocarburos, coloquialmente llamada huachicol.
Este clima genera que las comunidades busquen mecanismos de contención de algunas violencias a través del intento de linchamientos, a veces tristemente consumados.

II. Orientaciones del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia ante las realidades de muerte y dolor
En el dolor humano que hoy está presente en las personas que nos rodean, Dios mismo nos está llamando a actuar; no podemos hacernos los sordos ni ciegos. Todos tenemos responsabilidad en la realidad que vivimos y por consiguiente todos somos parte de la solución.
La vida de Jesús es una historia llena de acciones en favor del reconocimiento de la dignidad de las personas y de la vida, es una pedagogía de la humanización, tan necesaria en estos tiempos de violencia.

“El reino de Dios no es una promesa futura para después de la muerte, sino una realidad que ha comenzado ya en la persona de Jesús. Esta realidad tiene valores concretos que pueden descubrirse en la vida de la comunidad:
santidad y gracia, verdad y vida, justicia, amor y paz” (CEM, PGP 119).
El Papa Francisco, en su última visita a nuestro país, nos invitaba a encontrar nuevas formas de diálogo, de negociación, construir puentes capaces de guiarnos por la senda del compromiso solidario. Un compromiso en el que todos nos entreguemos a la reconstrucción de una política auténticamente humana y una sociedad en la que nadie sea víctima de la cultura del descarte.

III. Algunos caminos hacia la reconciliación, la justicia y la paz que proponemos como Iglesia Católica

  • Mantener espacios de diálogo entre la ciudadanía, organizaciones civiles, confesiones religiosas, autoridades, entidades educativas, medios de comunicación, empresarios, entre otros (cf. CEM, PGP 175).
    Implementar estrategias que lleven a erradicar la corrupción y la impunidad de la que están impregnadas diversas instancias gubernamentales.
  • Promover el desarrollo científico y económico con el máximo respeto a los derechos humanos y a la madre tierra (cf. LSI).
  • Desarrollar iniciativas, con perspectiva de derechos humanos, que coadyuven a la atención de la situación de desempleo y subempleo, contribuyendo a la disminución de pobreza (cf. PICCP).
  • Implementar una política educativa que lleve a la rehumanización y la construcción de una cultura de la no violencia.
  • Impulsar y reconstruir el sentido comunitario, fortaleciendo la unidad, los valores, la solidaridad y el sentido del bien común como ejes transversales que nos permitan avanzar en la construcción de la justicia, paz y
    reconciliación.
  • Implementar políticas públicas dirigidas a la familia, elemento fundamental de nuestra sociedad mexicana, pues si ésta es fuerte se disminuye la vulnerabilidad de sus integrantes ante la violencia.
  • Impulsar las mejores prácticas de operación y colaboración dentro de las instituciones públicas para lograr la paz, la justicia y la reconciliación.
  • Rescatar e impulsar de parte de las Instituciones Gubernamentales las mejores prácticas que se han trabajado por diversos actores (sociedad civil, academia y otros) para alcanzar la paz, la justicia y la reconciliación.

Al igual que el Papa Francisco, creo que “el mal no tendrá la última palabra, sino el amor y la misericordia”. Por esto veo con buenos ojos estos foros de escucha y discusión donde nos encontramos como comunidad, como pueblos, para dar nuestra voz, escucharnos, reconciliarnos y generar procesos donde vayamos reconstruyendo la paz, la unidad, la justicia y la reconciliación; éstas se lograrán si volvemos a colocar en el centro de la vida el respeto a la dignidad humana, la dignidad del medio ambiente, la justicia y el bien común.

Que Nuestra Madre Santísima de Ocotlán, Patrona de Tlaxcala, y nuestros santos Niños Mártires, Cristóbal, Antonio y Juan, bendigan y hagan fructíferos todos los esfuerzos que de manera colectiva estamos realizando en la construcción de la paz y la reconciliación.

 

Tlaxcala, Tlax., 25 de septiembre de 2018.
+Julio César Salcedo Aquino, m.j.
Obispo de Tlaxcala