SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO, OBISPO

Sem. Lic. Josué Reyes Sánchez

Acerca de la Iglesia triunfante, respecto a la vida ejemplar de los de los Santos, claro está, en nuestra Iglesia católica nos encontramos con Santo Toribio; Patrono del Episcopado Latinoamericano, llamado “Santo Padre de América”. Pero, ¿qué hizo como para que se le proclamara de tal manera? En la época de la colonia española, en nuestro continente realizó la custodia del pueblo que no se podía defender y era explotado, además de convocar tres Sínodos Provinciales en favor de la gente en la época del Virreinato del Perú. Resulta importante conocer que el venerable tuvo contacto con otros Santos como: Santa Rosa de Lima, San Juan Macías, San Martín de Porres y San Francisco Solano.

            Nació en España en 1538, estudió Derecho e impartió clases en la Universidad de Salamanca. Antes de ser Sacerdote, el Rey Felipe II lo nombró como juez de la inquisición en Granada. El Rey anteriormente citado, lo propuso al Papa Gregorio XIII como prospecto para el Arzobispado de Lima. Santo Toribio se negó ante tal petición, sin embargo, con dispensa papal recibió las órdenes menores y mayores, quedando consagrado Obispo en el año de 1580.

            Llegado a Perú, puso orden en aquella Iglesia particular, desafió a los conquistadores, a los gobernantes y sacerdotes que en su momento permitieron ciertos abusos contra los originarios de esas tierras. Ante esta situación tan lamentable, se ganó la calumnia pero no bajó la guardia, él mencionaba que debía mantener contento a Cristo y no al Virrey.

            A propósito de sus obras materiales, se habla de que facilitó la construcción de hospitales, conventos, además del primer Seminario de América Latina. Aprendió las lenguas locales para interactuar con sus fieles, de esta forma se comunicaba con ellos fomentando el diálogo personal logrando así conversiones al cristianismo, imprimió el catecismo en quechua y aymara, cabe destacar que celebró trece Sínodos Diocesanos que ayudaron en el cumplimiento de las normas del Concilio de Trento y a la independencia de la Iglesia del poder civil.

            Viajó a las ciudades lejanas, a pie o a caballo, sólo y sin miedo alguno, en el camino entregaba lo que tenía. Santo Toribio enfermó cuando tenía 68 años y expiró para la eternidad el 23 de marzo de 1606 un Jueves Santo. Dejó como herencia a los pobres sus propiedades. Finalmente San Juan Pablo II lo nombró Patrono del Episcopado Latinoamericano.

            Que seamos capaces de pedir al Padre Eterno por quienes dirigen las Iglesias particulares, en especial por el Obispo de Roma y nuestro Obispo Diocesano, para que a semejanza de Jesucristo Buen Pastor, sean ellos quienes nos conduzcan hacia la felicidad que no termina y que únicamente la encontramos en Dios.