Solemnidad de la divina misericordia, 28 de abril

Pbro. Lic. Feliciano Lara Eliosa

Una devoción especial se comenzó a esparcir por el mundo entero a partir del diario de una joven monja polaca en 1930. El mensaje no es nada nuevo, pero nos recuerda lo que la Iglesia siempre ha enseñado por medio de las Sagradas Escrituras y la Tradición: que Dios es misericordioso y que perdona y que nosotros también debemos ser misericordiosos y debemos perdonar. Pero en la devoción a la Divina Misericordia este mensaje toma un enfoque poderoso que llama a las personas a un entendimiento más profundo sobre el Amor ilimitado de Dios y la disponibilidad de este Amor a todos -especialmente a los más pecadores-. El mensaje y la devoción a Jesús como la Divina Misericordia, está basada en los escritos de la Santa María Faustina Kowalska, una monja polaca sin educación básica que, en obediencia a su Director Espiritual, escribió un diario de alrededor de 600 páginas que relatan las revelaciones que ella recibió sobre la Misericordia de Dios. Aún antes de su muerte en 1938 se comenzó a esparcir la devoción a la Divina Misericordia.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, publicó el 23 de mayo del 2000 un Decreto en el que se establece, por indicación de San Juan Pablo II, la Fiesta de la Divina Misericordia, que tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia». Ya el Papa lo había anunciado durante la Canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril: «En todo el mundo, el segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al género humano en los años venideros».

Esta devoción se sintetiza en cinco puntos fundamentales:

  1. Debemos confiar en la Misericordia del Señor. Jesús, por medio de Sor Faustina nos dice: “Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en mi Misericordia. Que se acerquen a ese mar de Misericordia con gran confianza. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en mi Misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.
  2. La confianza es la esencia, el alma de esta devoción y a la vez la condición para recibir gracias. “Las gracias de mi Misericordia se toman con un solo recipiente y este es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son mi gran consuelo y sobre ellas derramo todos los tesoros de mis gracias. Me alegro de que pidan mucho porque mi deseo es dar mucho, muchísimo. El alma que confía en mi Misericordia es la más feliz, porque yo mismo tengo cuidado de ella. Ningún alma que ha invocado mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en mi bondad”.
  3. La Misericordia define nuestra actitud ante cada persona. “Exijo de ti Obras de Misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar Misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formar de ejercer Misericordia: la primera es la Acción; la segunda, la Palabra; y la tercera, la Oración”.
  4. La actitud del amor activo hacia el prójimo es otra condición para recibir gracias. “Si el alma no practica la Misericordia de alguna manera no conseguirá mi Misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque la Misericordia anticiparía mi juicio”.
  5. El Señor Jesús desea que sus devotos hagan por lo menos una Obra de Misericordia
    al día.
    “Debes saber, hija mía que mi Corazón es la Misericordia misma. De este mar de Misericordia las gracias se derraman sobre todo el mundo. Deseo que tu corazón sea la sede de mi Misericordia. Deseo que esta Misericordia se derrame sobre todo el mundo a través de tu corazón. Cualquiera que se acerque a ti, no puede marcharse sin confiar en esta Misericordia mía que tanto deseo para las almas”.

La Fiesta de la Divina Misericordia tiene como fin principal hacer llegar a los corazones de cada persona el siguiente mensaje: Dios es Misericordioso y nos ama a todos … “y cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a mi Misericordia”. Acerquémonos al amor de Dios en nuestra vida a través del Sacramento de la Reconciliación, o Sacramento de la Misericordia, Cristo siempre nos espera. ¡No faltes!