Mensaje con motivo del XVII informe de actividades del Centro Fray Julián Garcés

Saludo con cariño a todos ustedes. Gracias por su presencia en el XVII Informe del Centro Fray Julián Garcés. Un saludo especial a los que apoyan de muchas formas al Centro.

El Episcopado Mexicano aprobó, en noviembre del 2017, el Proyecto Global de Pastoral con motivo de dos grandes acontecimientos: los dos milenios de la Redención de Cristo y medio milenio del Acontecimiento Guadalupano; por este motivo, el Proyecto se llama 2031-2033, cuya la finalidad es iluminar nuestra labor pastoral y responder a la pregunta: “¿Qué significa celebrar la fe, aquí en México?” (cf PGP, 14), y así se nos invita a mirar la realidad, a interpretarla y a actuar como pueblo redimido por Jesucristo y amado de Santa María de Guadalupe.

Al mirar la realidad, el Proyecto toca el núcleo cultural fundamental desafiante de la época que está surgiendo: ¡la negación de la primacía del ser humano! En efecto, el Papa Francisco ha identificado la crisis que vivimos y la ha llamado ‘cultura del descarte’: “Esta realidad genera en su raíz una eliminación de las personas: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está́ en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está́ fuera. Los excluidos no son ‘explotados’ sino desechos, ‘sobrantes’” (EG, 53). Por esto, la Iglesia es hoy, en el pensamiento del Papa Francisco, un hospital de campaña con muchos heridos que debe atender (cf. Id).

El Proyecto Global de Pastoral describe esta realidad: “Lamentamos profundamente la desaparición y muerte de miles de jóvenes en los últimos tiempos, los feminicidios, verdaderos ríos de sangre nueva que han corrido por nuestros pueblos y ciudades; la situación de muchos de ellos envueltos en la violencia, el narcotráfico, la trata de personas, la falta de oportunidades, el desempleo, la migración y el descarte. Un país sin adolescentes y jóvenes sanos, humana y socialmente, es un país sin futuro”. (nº 51).

Por otra parte, el Proyecto, al tratar de nuestra ‘casa común’, dice: “Nos llena de alegría saber, que en el proceso globalizador, existe una conciencia cada día más ecológica y un deseo sincero de cuidar el planeta, donde muchas instituciones, grupos humanos y personas, realizan múltiples actividades para poner de manifiesto la importancia de esta realidad. Sin embargo, el sistema neoliberal, que privilegia lo económico por encima de las personas, está poniendo en riesgo también nuestra casa común. Hay elementos esenciales para nuestra vida como el agua, el aire, el campo y la biodiversidad, que se están viendo gravemente dañados por una peligrosa contaminación que afecta a millones de personas por desechos tóxicos y toneladas de basura que se producen cada día, afectando la naturaleza… hermana (que) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella (LS 2)” (nº 34).

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El Proyecto Global de Pastoral ilumina, entre otras, estas situaciones: “El Papa Francisco nos recuerda que la creación es nuestra casa común. Nuestro deber es cuidarla, empezando por el bienestar y la dignidad de todo ser humano. El desarrollo sostenible de los pueblos exige que los recursos naturales y las personas sean tratados con respeto, no solo como una mercancía que se usa y se tira, en una lógica de descarte y consumo: Cuando se habla de “medio ambiente”, se indica particularmente una relación, la que existe entre la naturaleza y la sociedad que la habita. Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos interpenetrados. Por lo que creemos que es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza (LS 139). Aquí́ tenemos que demostrarnos y mostrar al mundo, nuestra autentica participación en la Redención de Jesucristo” (nº 134).

El Proyecto Global de Pastoral hace relación al desafío tan fuerte que tenemos: “El acercamiento a esta nueva realidad bajo la mirada del Misterio de Cristo Redentor y el Acontecimiento de Guadalupe, nos ha llevado a descubrir un desafío fundamental como Iglesia Católica: Dios nos está llamando a generar esperanza, a fortalecer y reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos, especialmente los descartados por estos nuevos fenómenos, una vida que refleje en cada persona a Cristo el hombre perfecto y se manifieste en condiciones dignas para cada uno (…) Manifestamos que es aquí́ y ahora donde, el buen Dios, nos pide a obispos, presbíteros, diáconos, consagradas, consagrados y fieles laicos, concretar nuestras respuestas, valorando nuestra dignidad común, junto a otros hermanos que desde otras trincheras trabajan por este noble empeño”(nº 164).

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De las seis opciones pastorales que el Proyecto asume, la primera es: “Opción por una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana”.

“Nuestro Señor Jesucristo, en su camino de Redención, ha venido para que el hombre tenga vida y la tenga en abundancia (cfr. Jn 10,10). Son muchas las limitaciones y los atropellos que se cometen en contra de la vida humana y hay situaciones dolorosas en nuestro país que imposibilitan que mucha gente viva con el mínimo de consideración humana y que se le reconozca su dignidad, impidiendo que esa vida plena que Cristo ha venido a traer, se haga realidad en ellos. En el centro de esta realidad se encuentra la fuerza del Reino de Dios, que como cristianos nos lleva a construir las bases de una sociedad donde se reconozca, se valore y se construya integralmente la dignidad de la persona” (nº 173).

Y, entre los compromisos pastorales de esta opción, está el siguiente: “Generar espacios de encuentro, diálogo y trabajo con otros actores de la sociedad, para colaborar en la reconstrucción de la dignidad de las personas y el tejido social de nuestro país”.

Otro compromiso pastoral, al tratar de la opción por los adolescentes y jóvenes, es: “Realizar proyectos pastorales encaminados a acompañar y ayudar a los jóvenes en riesgo de: violencia, narcotráfico, prostitución, trata de personas, etc., con ambientes más sanos que les ayuden a desarrollar su espíritu juvenil”.

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El Centro Fray Julián Garcés celebra el XVII aniversario de su fundación; ha trabajado incansablemente, sumándose a la labor de la Pastoral Social y a la dimensión de los Derechos Humanos de nuestra Diócesis. Agradezco en nombre de la Iglesia esta ardua labor que ha realizado con iniciativas que ayudan a vivir los valores del Evangelio; esto ha implicado muchas veces denuncia de las injusticias que se cometen y la búsqueda de soluciones de las problemáticas que las provocan.

El mensaje de Jesús es la liberación de las personas. Dios está al lado de los que sufren y responde a su esperanza. El anuncio del Evangelio restaura las relaciones en el pueblo, siempre en respeto a la vida, pues ningún hombre tiene el derecho a ejercer algún tipo de dominio sobre su hermano.

Como Iglesia, desde la Pastoral Social, y el Centro Fray Julián Garcés, unimos nuestras voces para invitar, como Jesús, a quienes cometen injusticias: Dejen de hacer el mal, corrijan el rumbo, solucionen los problemas, reparen el daño y construyan las condiciones necesarias para que podamos vivir con dignidad.

En la Diócesis de Tlaxcala estamos viviendo el Año Jubilar Eucarístico, como “un tiempo de acción de gracias por la semilla del Evangelio sembrada en nuestra tierra, por el don de la Eucaristía celebrada por primera vez hace 500 años” (12-XI-2018). En el marco de este año es importante nuestra proyección social ante las realidades de dolor, pues el Papa Benedicto XVI nos exhorta: “Quien participa en la Eucaristía ha de comprometerse en construir la paz en nuestro mundo marcado por tantas violencias y guerras, y de modo particular hoy, por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual” (Sacr Car, 89).

Animo al Centro Fray Julián Garcés, a los grupos parroquiales, a las organizaciones de la sociedad civil, a los adolescentes en las escuelas por las actividades que desarrollan en bien de la persona humana; agradezco a las personas de la academia todo lo que hacen por servir al bien común, a la justicia y la paz.

¡Gracias al Centro Fray Julián Garcés por su labor en bien de la justicia y de la dignidad de la persona! Gracias a todos.

+ Julio C. Salcedo Aquino, m.j.
Obispo de Tlaxcala
8 de mayo de 2019.