Entrevista realizada a Mons. Julio César Salcedo Aquino, Obispo electo de la Diócesis de Tlaxcala.
Entrevistador: Pbro. Francisco Rodríguez Lara
Mons. Julio Cesar nos sentimos sumamente agradecidos de que nos haya recibido aquí en su casa. Somos parte del equipo de la Comunicación Diocesana de la Pastoral de la Comunicación Social. Queremos expresarle la alegría que nos embarga desde el pasado 15 de junio al darse a conocer la noticia de que usted había sido nombrado nuestro guía, nuestro pastor de aquí en adelante…
1. Monseñor, ¡un nombramiento episcopal es un acontecimiento que cambia la vida! ¿Cómo se enteró que había sido nombrado Obispo de la Diócesis de Tlaxcala?
Como sabes, estamos en la época cibernética. Ahí inmediatamente comenzaron a llegar mensajes de todas partes dando felicitaciones y también prometiendo la oración de mucha gente… entonces a través de todos esos mensajes de mucha gente que inmediatamente se enteró del nombramiento, no solamente de México sino de otras partes del mundo, pues fue toda una sorpresa, un despertar, pues fue precisamente en la fiesta del Cuerpo y la sangre de Cristo… Fue un jueves donde, mientras la Iglesia celebraba este acontecimiento, este misterio de amor. El Señor me manifestaba también su deseo de que yo también fuera como la Eucaristía, pan partido y vino derramado para la Iglesia de Tlaxcala.
2. ¿Qué fue lo primero que pensó al recibir la noticia?
Mucha gente lo relacionaba con el jueves de Corpus, tu nombramiento, este servicio que se te pide, es precisamente en la fiesta del cuerpo y la sangre de Cristo. Esto ilumina todo el proceso del servicio y yo creo que ciertamente es un programa de vida y de apostolado.
3. ¿Qué es lo que más le ha alegrado de ser sacerdote? ¿Ha tenido algún nombramiento que haya considerado como favorito?
Yo creo que el ser consciente de que uno recibe esta vocación sacerdotal por un don grande de Dios, no son las capacidades o las cualidades que uno pudiera tener sino que todo es un don y lo que más me ha gustado de mi sacerdocio es esto. Partir de lo que Dios me ha dado, compartir lo que el Señor me ha dado a la Iglesia, para la gente; pero compartirlo con alegría, con sencillez, porque no es mío… Yo solamente soy transmisor de la Misericordia de Dios.
4. Háblenos de usted, ¿quién es Mons. Julio César Salcedo Aquino?
Es un ser humano que tiene muchos sueños y que tiene muchos deseos de servir a la Iglesia, yo quiero ante todo entender y comprender que nuestra vida tiene que ser pan partido para los demás, vino derramado y sobre todo lo que yo quiero hacer y ser como sacerdote, como misionero y ahora con esta misión que me encomienda el santo padre es compartir la vida, compartir la alegría, compartir el tiempo, compartir todo lo que el Señor me ha dado. Somos instrumentos del amor, rostros de la misericordia de Dios.
5. ¿Cómo fue su infancia? ¿Con qué soñaba de pequeño? ¿Quería ser sacerdote?
En mi infancia, yo estuve de acólito en un templo de los misioneros josefinos ahí fue donde yo conocí, comencé a comprender la vocación sacerdotal. Había dos sacerdote grandes y uno joven. Y estos sacerdotes a pesar de su edad iban por toda la colonia. Uno de ellos iba por toda la colonia a visitar a los enfermos y me decía vente, acompáñame. Tú vas a ser mi bastón y se apoyaba en mi hombro e íbamos de casa en casa repartiendo la comunión, confesando, llevando consuelo, llevando el signo del amor de Dios. Ahí fue donde comenzó esa inquietud de querer ser sacerdote, como estos misioneros entregados y al servicio del Pueblo de Dios.
6. ¿Y sus padres? ¿Qué papel han jugado en su vida?
Mis papás ante todo, fueron sencillos pero de una espiritualidad fuerte y profunda. Recuerdo mucho unos detalles de cada uno de ellos. Vivíamos cerca de la Basílica de Guadalupe y mi mamá siempre iba los 12 de cada mes a la Basílica y nos llevaba. Mi mamá que siempre andaba constantemente apurada en nuestra casa siempre ocupada, cuando entraba a la Basílica se transformaba. Llegaba ahí se sentaba y lograba una gran paz. Nosotros inquietos porque el sacristán comenzaba a hacer ruido con las llaves como diciendo ya voy a cerrar la Basílica y nosotros preocupados porque iban a cerrar la Basílica, pero mi mamá con una tranquilidad no se inmutaba se sentía en paz, se sentía bajo la mirada de María. Yo creo que ahí desbordaba todo su corazón yeso fue algo muy significativo que fue calando en mi corazón.
Y también recuerdo que el en templo en el que yo era acólito… mi papá en las mañanas llegaba ante una imagen que se llamaba “Jesús Nazareno”, se quedaba un buen tiempo tratando de expresar, sin duda sus sentimientos, su oración, sus preocupaciones, sus intenciones… estos aspectos de mis padres, me ayudaron mucho a ir forjando en mi corazón una sensibilidad por todo lo que el Señor va presentando en la vida.
7. ¿Soñaba con ser otra cosa en la vida?
No porque el ambiente que yo tuve en ese templo, como acólito, me fue forjando en el corazón esa sensibilidad. Recuerdo una vez que acompañé a un sacerdote joven de los josefinos y fuimos a ver a una persona que estaba agonizando y el padre con una serenidad y yo veía los rostros de la familia y del padre… como se acompaña en esas situaciones. Es decir, hubo muchos elementos que me fueron dando esa sensibilidad por servir a los demás, por estar con los demás, por acompañar y hacer presencia.
8. ¿Qué música escucha?
Recuerdo también en la infancia aquellos discos de acetato, grandes… mis hermanos llevaban discos del bolero de Ravel y me gustaba escucharlo. Todas esas piezas que comenzaban bajito e iba creciendo y lo ponía varias veces de tal manera que la vecina salía gritando “ya me tienen enravelada” y esa sensibilidad por la música clásica, me gusta mucho la música clásica.
9. ¿Cuál es su comida preferida?
La comida que me gusta más es la que me dan con cariño, cuando la gente da con mucha generosidad la comida, inmediatamente toma un sazón especial. A veces cuando estamos comiendo algún compañero de la mesa dice: “que rica comida” y yo corrijo no es la comida, es la compañía. Uno se puede comer un plato sabroso solo pero, ¿de qué sirve? necesitamos compartir y entonces la comida que más me gusta es esa que se comparte en la alegría en la fraternidad, con la familia, con los amigos, esa es la más sabrosa.
10. Si tuviera que elegir un personaje bíblico ¿cuál sería?
Hay un apóstol que siempre me ha llamado la atención, cuando los primeros discípulos se encuentran a Jesús y ellos van diciéndose de dos en dos, hemos encontrado al Mesías y es de Nazaret. Y le dicen a Natanael: “hemos encontrado al Mesías” y es de Nazaret.
Y Natanael dice: ¿de Nazaret puede salir algo bueno? No creo. Y entonces insisten y lo lleven frente a Jesús. Y Jesús al verlo le dice aquí hay un hombre en que no hay doblez. Natanael incrédulo le dice ¿de dónde me conoces tú? –Te conozco cuando estabas debajo de la higuera. Natanael se sorprende y le dice a Jesús. ¡Creo que tú eres el Mesías, creo que tú eres el Hijo de Dios! Es decir, siente que hay un personaje muy importante en Jesús pero lo que me llama la atención es la expresión de Jesús. Aquí hay uno en el que no hay doblez. Las palabras más duras de Jesús en el Evangelio son sobre la doblez. Contra la hipocresía y a Jesús le admiraba la gente sencilla, transparente, de una sola pieza. Este Natanael es mi amigo, yo creo que es un modelo a seguir donde no haya fracturas internas, donde no haya doblez.
11. El Papa sueña con una “Iglesia pobre y para los pobres”, con una Iglesia “en permanente estado de misión”. ¿Don Julio César con qué Iglesia sueña?
El Papa en Evangelii Gaudium (la alegría del Evangelio) nos invita a la conversión pastoral. Nos dice claramente que no podemos dejar las cosas como están. Necesitamos estar en una continua conversión, en un continuo cambio. Esa conversión pastoral parte sin duda de las necesidades del mundo actual, de la fuerza del Espíritu, la identidad más profunda de la Iglesia es la Evangelización, ahí encuentra su ser la iglesia. Pero esa evangelización necesita ser renovada constantemente y entonces yo sueño también como el Papa Francisco, con una Iglesia que esté en continua conversión Pastoral. No podemos dejar las cosas como están, dice el Papa y se requiere esta actitud de abrirse a una conversión interior, a una conversión de las estructuras, de nuestros procesos. No pensar que ya estamos seguros, cuando estamos en búsqueda, cuando estamos ante todos ofrecer la riqueza de la Iglesia que es la evangelización, necesitamos estar en esa Iglesia en salida como nos pide el Papa.
12. ¿Tiene alguna referencia sobre la Diócesis de Tlaxcala? Sabemos que tiene sus raíces tlaxcaltecas…
No pensé directamente a dónde iba. Fue el susto que me dio la noticia. Ese susto no se me quitaba y cuando me hablaban algunos de los Obispos felicitándome, les decía Monseñor no se me ha quitado el susto. Y algunos de ellos me decían pues no se te va a quitar toda la vida y es bueno que permanezca el susto porque siempre va a estar en una actitud de búsqueda.
Ya en un segundo momento, mi mamá era de Huamantla, Tlaxcala. Tengo entonces sangre tlaxcalteca. Y para que la cuña apriete… Yo creo que puedo comprender más situaciones, muchos aspectos de mis hermanos tlaxcaltecas. Necesito yo estar abierto a esta cultura, es una riqueza enorme, una sensibilidad, una sencillez de la gente. Que sin duda ha sabido acoger durante los siglos el mensaje del Evangelio. Ahí están los Niños Mártires de Tlaxcala.
13. ¿Cuál es su perspectiva al llegar a una Diócesis que tiene en puerta la Canonización de sus santos?
Yo considero que esta canonización de los Niños Mártires es un regalo que el Espíritu dio desde hace siglos a la Iglesia que peregrina en México, que peregrina en Tlaxcala. Este don enorme que el Espíritu Santo concedió a Tlaxcala es significativo porque Tlaxcala da de su riqueza cultural, de su sensibilidad, como captaron estos niños la fuerza del Evangelio y como fueron fortalecidos con el espíritu para dar testimonio en el principio de la Evangelización fueron fuertes, generosos, no tuvieron miedo y entonces Tlaxcala da de su riqueza cultural, el espíritu entra en esa riqueza cultural y entonces vienen esos frutos de santidad. Y ahora Tlaxcala regala a México esos frutos de santidad y además regala a la Iglesia Universal estos frutos de santidad. No es un don que se quede en Tlaxcala, es un que va a recorrer o que está recorriendo las parroquias, las diócesis y que va a recorrer el mundo entero. Tlaxcala recibe un don, pero Tlaxcala es generosa lo da a todo el mundo, lo da a la Iglesia Universal. Que hermoso regalo. Que grandeza de la obra del Espíritu, que creatividad del Espíritu.
14. ¿Qué diría a los niños y jóvenes tlaxcaltecas?
A los niños, los niños tlaxcaltecas son Patronos de la Niñez. Lo que les quiero decir a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes es que no tengan miedo, que sean valientes, generosos como estos niños tlaxcaltecas. El Espíritu hace sí obras grandes, hace maravillas pero es necesario abrirse a la acción del Espíritu. No podemos quedar cerrados a esa acción del Espíritu. Cuando nos encerramos y pensamos nadamás en lo nuestro nos quedamos solos, infecundos; pero cuando nos abrimos, comenzamos a generar vida como estos niños la vida que están generando la Iglesia Universal por su generosidad. Entonces yo les digo a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes sean generosos, respondan a las situaciones en que viven. A veces, viven situaciones difíciles, problemáticas, de pobreza, de marginación, pero si se abren al Espíritu van a encontrar una luz para poder responder a esos aspectos que están viviendo. Los animo a que sean valientes.
15. ¿Y a los ancianos?
Los ancianos son como dice el Papa, la sabiduría. Ellos han vivido largos años y en sus arrugas, ahí se encuentra lo que ellos han trabajado, vivido, sufrido, gozado de todos esos dones que el Señor les ha concedido. Tenemos que revalorarlos, entenderlos, comprenderlos pero ellos pueden enriquecer mucho nuestra vida. Ellos pueden iluminar nuestros procesos, ellos tienen una palabra aunque parezca que no, aunque parezca que nos cuentan las mismas historias. Pero esas historias son parte de su psicología, parte de su ser. Pero detrás de esas historias siempre hay algo nuevo, detrás de esas historias hay gente que ha sabido vivir, que ha sabido sufrir, que ha sabido salir adelante. Entonces valoremos a nuestros ancianos, no los releguemos, no los marginemos, integrémoslos a nuestra vida, a nuestra misión.
16. Si tuviera que decir una palabra a las familias de Tlaxcala ¿cuál sería?
Las familias tlaxcaltecas generosas, las familias que siempre luchan, que siempre trabajan, que siempre se esfuerzan por sus hijos. Muchas veces tiene que ser cuidadosas aceptando que sus hijos tienen que buscar otros medios de trabajo y entonces esto es doloroso para las mismas familias. Yo animo a las familias a que tengan confianza en que esa unidad que trabajan todos los días cada quien con su granito de arena. Ahí hay mucha santidad, en las familias, las abuelitas que sostienen las familias, que con su mirada, que con su presencia porque a veces los papás tienen que ir a trabajar… las abuelitas son las que sostienen. Es necesario apoyar y dar una palabra del Evangelio a las familias. Sean generosos, no desfallezcan, si se cansan… eso es propio de los humanos. Pero tengan esa certeza de que si siguen construyendo van a recoger muchos frutos en sus familias.
17. Algún mensaje al Seminario de Tlaxcala…
El Seminario es la gran esperanza de una diócesis, el Seminario tiene que estar centrado en Jesús Buen Pastor. El buen pastor que da la vida por las ovejas y los procesos que se tienen que hacer en el Seminario son procesos prolongados, de silencio, de oración, de reflexión, de estudio, de preparación… Sí esto no se tiene, entonces no podrán ser generosos en compartir la vida. El Buen Pastor da la vida, de ahí viene la expresión “caridad pastoral” el amor del Buen del Pastor que da la vida por sus ovejas. Pero si no somos capaces de las cosas más pequeñas, más sencillas, de servicio, de comprensión, de respeto, de ceder… no seremos capaces de hacer cosas más grandes. Entonces yo animo al Seminario a que tanto formadores como formandos, que sepan contemplar a Jesús buen pastor, al contemplar a Jesús Buen Pastor, de ahí va a brotar la vida. Serán capaces de defender al rebaño cuando vean venir al lobo. Serán capaces de llevarlos a pastos buenos, serán capaces de buscar lo mejor por sus ovejas. Por eso el Papa nos insiste en que los pastores tengan olor a oveja, es decir que estén cerca de la gente. Que no estén alejados. Pero esto se va asimilando a través de los años, si no se dan estos momentos de reflexión, de oración, de comprensión profunda en el corazón de cada uno de los formandos y de los formadores de que Jesús es el único que puede llenar el corazón humano entonces no se podrá dar ese fruto.
18. Una palabra para los sacerdotes, religiosas y consagrados…
Les animo a que sigamos siendo una Iglesia en salida, que seamos una Iglesia sensible, que seamos una Iglesia con un corazón que no puede quedar indiferente. Que afinemos nuestros sentidos espirituales… recordemos la parábola del Buen Samaritano. Pasaron dos que vieron al enfermo y pasaron de largo, nosotros estamos llamados a ser como el Buen Samaritano que es Jesús.
Bajarse de la cabalgadura, acercarse, ofrecer lo que se tiene, ungir con aceite, cuidar, curar, vendar, subir a la cabalgadura, llevar a la hospedería y dejar los bienes propios para que se cure aquella persona. Entonces los sacerdotes, la vida religiosa, los agentes de Pastoral, todos debemos tener esa actitud del buen samaritano que continuemos creando y construyendo canales de misericordia. Que seamos humanos, cercanos con el pueblo, que tengamos esa cercanía que nos ayuda a ser sensibles a cada situación, a veces la gente sólo quiere contarnos sus situaciones, tener tiempo para ellos, tener tiempo para escucha y para esto que el Espíritu mueva el corazón de todos nosotros…