Santos Niños Mártires de Tlaxcala

BIOGRAFÍA DE LOS SANTOS NIÑOS MÁRTIRES DE TLAXCALA

DE LA MUERTE DE TRES NIÑOS, QUE FUERON MUERTOS POR LOS INDIOS, PORQUE LES PREDICABAN Y DESTRUÍAN SUS ÍDOLOS

“En esta ciudad de Tlaxcala, uno de los principales señores era Axutecatlh, tenía sesenta mujeres, y de las más principales de ellas tenía cuatro hijos, los envió al monasterio a enseñar, y el mayor y más amado de él y más bonito, de doce a trece años. Pasados algunos días, pidió el bautismo y fuele dado, y puesto por nombre Cristóbal, mostró principios de ser buen cristiano, porque de lo que él oía y aprendía enseñaba a los vasallos de su padre; y a el mismo padre decía, que dejase los ídolos y los pecados en que estaba, en especial el de la embriaguez, porque todo era muy gran pecado, y que se tornase y conociese a Dios del cielo y a Jesucristo su Hijo, que él le perdonaría.

“El padre era un indio de los encarnizados en guerras y envejecido en maldades y pecados. Los dichos del hijo no le pudieron ablandar el corazón, y como el niño Cristóbal viese en casa de su padre las tinajas de vino con que se embeodaban él y sus vasallos, y viese los ídolos, todos los quebraba y destruía, de lo cual los criados y vasallos se quejaron a el padre. Demás, una de sus mujeres muy principal, le indignaba mucho e inducía para que matase a aquel hijo Cristóbal, porque heredase otro suyo que se dice Bernardino.

“En fin aquella mujer tanto indignó y atrajo a su marido, y él que de natural era muy cruel, que determinó de matar a su hijo mayor Cristóbal, y para esto envió a llamar a todos sus hijos diciendo que quería hacer una fiesta; los cuales llegados a casa del padre, tomó por los cabellos a aquel su hijo Cristóbal que tenía determinado de matar, y le echó en el suelo dándole muy crueles coces, tomó un palo grueso de encina y diole con él muchos golpes por todo el cuerpo hasta quebrantarle y molerle los brazos y piernas, y las manos con que se defendía la cabeza, tanto, que casi de todo el cuerpo corría sangre; a todo esto el niño llamaba continuamente a Dios, diciendo en su lengua: “Señor Dios mío, habed merced de mí, y si Tú quieres que yo muera, muera yo; y si Tú quieres que viva, líbrame de este cruel de mi padre”.

“En esta razón la madre de Cristóbal, vino desolada, y no paró hasta entrar a donde su hijo estaba caído llamando a Dios; y llorando y querellándose decía: “Por qué matas a mi hijo? ¿Cómo has tenido manos para matar a tu propio hijo? Matárasme a mí primero, y no viera yo tan cruelmente atormentado un solo hijo que parí. Déjame llevar mi hijo, y si quieres mátame a mí, y deja a él que es niño e hijo tuyo y mío”. En esto aquel mal hombre tomó a su propia mujer por los cabellos y acoceóla hasta se cansar, y vinieron ciertos indios y llevaron a la triste madre, que más sentía los tormentos del amado hijo que los propios suyos.

“Viendo, pues, el cruel padre que el niño estaba con buen sentido, aunque muy mal llagado y atormentado, mandóle echar en un gran fuego de muy encendidas brasas de leña de cortezas de encina secas; y le revolvió las espaldas y de pechos cruelísimamente, y el muchacho siempre llamando a Dios y a Santa María. Quitando el niño del fuego envolviéronle en unas mantas, y él con mucha paciencia encomendándose a Dios estuvo padeciendo toda una noche aquel dolor que el fuego y las heridas le causaban con mucho sufrimiento, llamando siempre a Dios y a Santa María.

“Por la mañana dijo el muchacho que le llamasen a su padre, el cual vino, y el niño le dijo: “¡Oh, padre! No pienses que estoy enojado, porque yo estoy muy alegre, y sábete que me has hecho más honra que no vale tu señorío”. Y dicho esto demandó de beber y diéronle un vaso de cacao, y en bebiéndolo luego murió. Muerto el mozo mandó el padre que le enterrasen en un rincón de una cámara, y puso mucho temor a todos los de su casa que a nadie dijesen la muerte del niño.

“No contento con esto aquel homicida malvado, más añadiendo maldad a maldad, tuvo temor de aquella su mujer y madre del muerto niño que se llamaba Tlapaxilozin, de la cual nunca he podido averiguar si fue bautizada o no, porque ha ya cerca de doce años que aconteció hasta ahora que esto escribo, en el mes de marzo del año 39. Y el hijo quedaba enterrado en un pueblo que se dice Atleueza, cuatro leguas de allí y cerca de dos leguas de Tlaxcala; aquí a este pueblo me vine a informar y vi adónde murió el niño y adónde le enterraron, y en este mismo pueblo escribo ahora esto; llámase Atleueza, que quiere decir adonde cae el agua, porque aquí se despeña un río de unas peñas y cae de muy alto.

* * *

“Dos años después de la muerte del niño Cristóbal vino aquí a Tlaxcala un fraile domingo llamado fray Bernardino Minaya, con otro compañero, los cuales iban encaminados a la provincia de Guaxacac; era aquí en Tlaxcala guardián nuestro padre de gloriosa memoria fray Martín de Valencia, al cual los dominicos rogaron que les diese algún muchacho de los enseñados, para que les ayudase en lo tocante a la doctrina cristiana. Preguntados a los muchachos si había alguno que por Dios quisiese ir a aquella obra, ofreciéronse dos muy bonitos e hijos de personas muy principales; a el uno llamaban Antonio; éste llevaba consigo un criado  de su edad que decían Juan, a el otro llamaban Diego; y dijóles el padre fray Martín de Valencia: “hijos míos, mirad que habéis de ir fuera de vuestra tierra, y entre gente que no conoce aún a Dios, y creo que os veréis en muchos trabajos; yo siento vuestros trabajos como de mis propios hijos, y aún tengo temor que os maten por esos caminos; por eso antes que os determinéis miradlo bien”. A esto ambos los niños conformes, guiados por el Espíritu Santo respondieron: “padre, para eso nos ha enseñado lo que toca a la verdadera fe; ¿pues cómo no había de haber quien se ofreciese a tomar trabajo por servir a Dios? Nosotros estamos aparejados para ir con los padres y para recibir de buena voluntad todo trabajo por Dios; y si Él fuere servido de nuestras vidas, ¿porqué no las pondremos por Él? ¿No mataron a Pedro crucificándole y degollaron a San Pablo y San Bartolomé no fue desollado por Dios? ¿pues porqué no moriremos nosotros por Él, si Él fuere de ello servido”.

“Entonces, dándole su bendición, se fueron con aquellos frailes y llegaron a Tepeaca, que es casi diez leguas de Tlaxcala. Luego aquel padre fray Bernardino Minaya envió a aquellos niños a que buscasen por todas las casas de los Indios los ídolos y se los trajesen, y en esto se ocuparon tres o cuatro días, en los cuales trajeron todos los que pudieron hallar. Y después apartáronse más de una legua del pueblo a buscar si había más ídolos en otros pueblos que estaban allí cerca; Coahuvtinchan, y el pueblo de Orduña.

“De unas casas de este pueblo sacó aquel niño llamado Antonio unos ídolos, e iba con él otro su paje llamado Juan; ya en esto algunos señores y principales se habían concertado en matar a estos niños; porque les quebraban los ídolos y les quitaban sus dioses. Vino aquel Antonio con los ídolos que traía recogidos del pueblo de Orduña, a buscar en el otro que se dice Coahuvtinchan si había algunos; y entrando en una casa; y estando allí vinieron dos indios principales con unos leños de encina y en llegando, sin decir palabra, descargaban sobre el muchacho llamado Juan, que había quedado a la puerta, y al ruido salió luego el otro Antonio, y como vio la crueldad que aquellos sayones ejecutaban en su criado, no huyó, antes con grande ánimo les dijo: “¿porqué me matáis a mi compañero que no tiene él la culpa, sino yo, que soy el que os quito los ídolos, porque sé que son diablos y no dioses? Y acabadas de decir estas palabras ya los dos indios tenían muerto a el niño Juan y luego descargaban en el otro Antonio de manera que también allí le mataron. Y en anocheciendo tomaron los cuerpos, que dicen los que los conocieron que eran de la edad de Cristóbal, y lleváronlos a el pueblo de Orduña, y echáronlos en una honda barranca, pensando que echados allí nunca de nadie se pudiera saber su maldad; pero como faltó el niño Antonio, luego pusieron mucha diligencia en buscarle; porque cuando en Tlaxcala se los dieron, habíanles encargado mucho a aquel Antonio, porque era nieto del mayor señor de Tlaxcala, que se llamó Xicoténcatl que fue el principal señor que recibió a los españoles cuando entraron en esta tierra, y los favoreció y sustentó con su propia hacienda, porque este Xicoténcatl y Maxixcazin mandaban toda la provincia de Tlaxcala, y este niño Antonio había de heredar a el abuelo.

“Parecieron los muchachos muertos, y luego supieron quién los había muerto, y presos los matadores, nunca confesaron por cuyo mandato los habían muerto; pero dijeron que ellos los habían muerto, y que bien conocían el mal que habían hecho y que merecían la muerte; y rogaron que los bautizasen antes que los matasen. Luego fueron por los cuerpos de los niños, y traídos, los enterraron en una capilla adonde se decía la misa, porque entonces no había iglesia. Cuando fray Martín de Valencia supo la muerte de los niños, que como a hijos había criado, y que habían ido con su licencia, sintió mucho dolor, y llorábalos como a hijos, aunque por otra parte se consolaba en ver que había ya en esta tierra quien muriese confesando a Dios; pero cuando se acordaba de lo que le habían dicho al tiempo de su partida, que fue: “¿pues no mataron a San Pedro, y a San Pablo y desollaron a San Bartolomé, pues que nos maten a nosotros no nos hace Dios muy grande merced?”, no podía dejar de derramar mucha lágrimas”.

Fray Toribio de Benavente (Motolinía), Historia de los Indios de la Nueva España, capítulo 14, 1541. El texto original abarca seis páginas. Éste es un resumen hecho por el p. Rubén Rodríguez, Vicepostulador de la Causa de Canonización de los Protomártires de América.

Un poco más de historia

Los Santos Niños Mártires de Tlaxcala (Protomártires del continente Americano) fueron los primeros laicos católicos americanos que sufrieron el martirio en defensa de la fe católica dentro del territorio mexicano. Los nombres de los tres niños eran Cristóbal, Antonio y Juan quienes fueron de los primeros evangelizados por los frailes franciscanos y dominicos inmediatamente después de la conquista, aunque no se sabe con exactitud su fecha de nacimiento, se sabe que murieron Cristóbal en 1527 y Antonio y Juan en 1529.

San Cristóbal

Nació en Atlihuetzia, Tlaxcala. Los frailes franciscanos siempre le llamaron en diminutivo Cristobalito. Se ignora la fecha de su nacimiento, siendo martirizado en 1527 posiblemente a los doce o trece años. Fue hijo mayor del cacique Acxotécatl y de su primera esposa Tlapaxilotzin. Junto con sus medios hermanos Bernardino, Luis y otro de nombre desconocido fue enviado con los frailes aproximadamente en 1524 recién llegados los primeros doce misioneros franciscanos a México para evangelizar. Fue bautizado e instruido por estos frailes. Fue adiestrado para convertir a su padre y a sus servidores quienes aún practicaban el culto a sus antiguos ídolos así como condenar la embriaguez frecuentemente practicada. Debido a que el uso de palabras no fue suficiente para convencer a su padre, Cristóbal decidió tomar decisiones radicales y procedió a romper los ídolos y derramar el pulque con el cual se embriagaba su padre. Esto enfureció a los servidores y a una segunda esposa de su padre, madre de sus medios hermanos quien deseando desaparecer a su hijastro para que su hijo mayor pudiese heredar al padre le aconsejó que matara a Cristóbal. El padre que no aceptó la conversión a la que le invitaba su hijo lo hizo llamar a su casa del convento y fingiendo que se trataba de una fiesta, se encerró con su hijo y lo golpeó a muerte con un garrote siendo lanzado después a una hoguera, de donde fue rescatado por su madre Tlapatzilotzin, quien pidió ayuda a la servidumbre.

Pasado el día Cristóbal seguía vivo; durante su agonía pidió que su padre pasara a verlo, Cristobalito pronunció “Padre no creas que estoy enojado o me iré rencoroso, yo te perdono porque me has dado la gloria eterna” dando el primer testimonio de perdón en América, pasado esto exhaló por última vez.

El niño Cristóbal fue durante siglos “venerado” como santo dentro de Atlihuetzia. Pero su historia fue finalmente olvidada un tiempo, no siendo hasta que don Luis Munive y Escobar (primer obispo de Tlaxcala) descubrió un retablo que decía “Venerable Cristóbal” por lo cual le surgió la duda y empezó a encontrar y recopilar lo que hasta hoy es la “Historia de los Niños Mártires”. El ejemplo de Cristobalito hoy es muy conocido en su comunidad, en su estado y en su país. Por lo cual junto a Antonio y Juan son quienes muestran al fiel el verdadero valor de la Fe, Esperanza y Caridad.

Santos Antonio y Juan

San Antonio fue nieto de Xicoténcatl, señor de Tizatlán, por tanto era futuro heredero del señorío, nació entre 1516 a 1517 y fue martirizado en 1529 a la misma edad que Cristóbal entre los doce a trece años. Mientras que San Juan era un vasallo de Antonio ya que era originario del mismo lugar y prácticamente tenía la misma edad sirviéndole como su criado personal a Antonio. En 1529 el fraile dominico Bernardino Minaya se dirigía a la evangelización del estado sureño de Oaxaca, al pasar por Tlaxcala, solicitó apoyo a los frailes franciscanos para su misión solicitando que le acompañaran algunos de los niños que eran educados por los franciscanos por lo que voluntariamente decidieron participar Juan, Antonio y un niño más que sobrevivió a la misión. Fray Bernardino les hizo comprender los peligros a los que se enfrentarían debido a que no sería una tarea fácil evangelizar a un pueblo eminentemente idólatra por lo que la posibilidad del martirio era latente. Aun así, los futuros mártires aceptaron el peligro de su misión rumbo a Oaxaca, y al pasar por Tepeaca, los niños fueron enviados solos a Tecali y Cuautinchán, al llegar ahí, Antonio se metió a una casa a recoger ídolos para proceder después a su destrucción, quedándose Juan en la puerta; de repente llegaron dos hombres con macanas y golpearon a Juan quien murió al instante, al darse cuenta de lo sucedido, Antonio salió de la casa e increpó a los hombres diciéndoles que habían asesinado a un inocente ya que él era quien tomó sus ídolos y los rompió en su presencia por lo cual los hombres irritados mataron a este niño también.

Beatificación

Los niños mártires de Tlaxcala fueron beatificados el 6 de mayo de 1990 en la Basílica de Guadalupe durante la segunda visita del Papa Juan Pablo II a México. Durante la única visita del papa Benedicto XVI a México, en la Plaza de la Paz en la ciudad de Guanajuato, en su mensaje a los niños de México, el Papa propuso como ejemplo de imitación para los niños la figura de estos pequeños mártires de Tlaxcala.

Canonización

El papa Francisco aprobó el decreto para la canonización de los llamados mártires de Tlaxcala, los niños indígenas mexicanos Cristóbal, Juan y Antonio asesinados en 1527 el primero y 1529 los otros dos por profesar la fe cristiana. En audiencia con el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, pronunció: “Ellos no necesitaban ningún milagro. Solo por el hecho de ser muertos en nombre de Cristo es más que suficiente” (esto es habitual en los casos de martirio). La misa se dio el 15 de octubre de 2017 en la Plaza de San Pedro.

Fueron canonizados junto a otros 32 santos, en su homilía Francisco expresó que debemos vivir la santidad “todos los días” debido a que si no hacemos esto nos quedaremos en el mismo lugar.

Al momento de la declaración como santos, en el estado de Tlaxcala se repicaron las campanas en puntos como: Convento de la Caridad (Huamantla), Basílica de la Misericordia (Apizaco), Parroquia de Sta. Ana (Chiahutempan) y en Atlihuetzia debido a que el Ex Convento de Santa María de la Concepción alberga el Santuario Diocesano, en estas comunidades fue apreciable ver la cantidad de feligreses y la alegría del júbilo que se vivía en todo el Estado.