P. Ranulfo Rojas Bretón
Han pasado acontecimientos muy significativos para nosotros en México, el día 19 de septiembre de 2017 la tierra se cimbró y junto con la tierra, se cimbraron las conciencias de los mexicanos. Estoy seguro que ese día se ha convertido en un parteaguas para nuestro tiempo, nadie se quedó indiferente y más bien, todos quedamos tocados en la conciencia. Es cierto que sentimos miedo y que el ver los rostros de los niños que se acurrucaban en torno a sus maestras en la escuela o a las faldas de su mamá en la calle, quedarán como placas impresas en la mente de cada uno de los que las contemplamos, pero, después de ese impacto y cuando comenzamos a ver en los medios la destrucción que había en la Ciudad de México, en Morelos y Puebla, comenzamos a tomar conciencia del momento que estábamos viviendo. Algunos de los que vivimos el sismo del 19 de septiembre de 1985, volvimos a traer a la mente la angustia y las lágrimas que estaban ahí almacenadas y que hoy volvieron a salir. Los jóvenes, adolescentes y niños que no habían vivido esa amarga experiencia comenzaron a entender a nuestras generaciones y los miedos ante los sismos. Ahora ellos eran los actores principales, los que sufrían los miedos y el olor a desgracia y muerte. Y, tal como en 1985, ahora los jóvenes nos dieron muestra de la grandeza del hombre ante la desgracia, cual toros de lidia y con casta, no se arredraron ante el puyazo y embistieron con más fuerza.
Vimos a los jóvenes apoderándose de las calles y acercarse venciendo sus miedos a los lugares de desastre y comenzar a levantar escombros, a buscar vidas, a ser protagonistas de los centros de acopio y ahí en los lugares donde no hubo desgracias humanas que lamentar, como en Tlaxcala, se dedicaron a hacer acopio de víveres y a mandarlos a los diferentes destinos de desgracia.
Dicen que las desgracias sacan los mejor y los peor del hombre y si bien hubo cosas graves y desagradables, también vimos las grandes proezas de los héroes anónimos que se dedicaron a hacer el bien.
Comenzamos ya el mes de octubre, ciertamente aún se seguirá necesitando el apoyo de víveres pero es tiempo de dar paso a la reflexión, ¿Qué te han dejado estas experiencias vividas? Porque si bien, los sismos no se pueden predecir, tal como muchos lo han intentado, si es necesario pensar en cosas que sí se pueden mejorar. ¿Por qué los edificios de Japón son capaces de resistir sismos de mayor intensidad y seguir en pie? ¿Necesitaremos políticas de construcción más exigentes y sobre todo más honestas para no poner material de mala calidad y menos pensar en los famosos desvíos de recursos?
La sociedad quedó tocada y con ganas de ayudar, muestra de ello son iniciativas como el festival taurino que salió de una iniciativa de los propios toreros y su deseo de apoyar; ellos han logrado que los ganaderos se sumen, que los subalternos, y todos los que participan en la fiesta brava se dispongan a hacer algo por ayudar en este caso a la restauración de la iglesia de San José, uno de los monumentos más importantes de nuestro Estado. Solo falta que a la voluntad de “Tlaxcala Taurino” se sumen los aficionados que con deseos de ayudar asistan a cooperar. El festival será el sábado 7 a las 4 pm en la plaza monumental “Rodolfo Rodríguez “El Pana”” de Apizaco. La suma de todos hará que pronto nos volvamos a “poner de pie”.
Hay otras iniciativas que han tomado deportistas, comunicadores, conferencistas, caricaturistas, en fin, muchos con la idea de ayudar con víveres y también con ayuda para la reconstrucción de nuestro País. No te quedes atrás y participa. Lo poco que puedas hacer siempre será mucho ante tanta necesidad.