P. Ranulfo Rojas Bretón
Me he preguntado ¿por qué en la vida “se nos acaba la batería” o “andamos bajos de pilas” como decimos coloquialmente cuando sentimos cansancio, fastidio, o sin sentido en la vida que llevamos o en las actividades que hacemos? Lo decimos cuando lo que comenzó con mucha emoción, pasión o ilusión, como en el caso del matrimonio, del sacerdocio, del trabajo, del estudio, del negocio, etc., etc., de pronto entra en un “impasse” o en una rutina de la que parece difícil y hasta imposible salir.
Leí con atención la parábola de las 10 jóvenes que van a la espera del esposo y 5 de ellas llevan aceite de repuesto y 5 muy apenas llevan aceite para ese momento. Cuando el tiempo pasa el aceite se agota y cuando se necesita ya no tienen. Así me parece que la vida, todos tenemos el aceite de nuestras lámparas pero hay quienes tenemos aceite de repuesto y quienes hemos olvidado adquirir más aceite para que al paso del tiempo nuestras lámparas sigan iluminando.
¿Cómo se acumula aceite o cómo adquirir más aceite para que no solo no se acabe la flama sino que cada día siga iluminando más y más? San Pablo le decía a su discípulo Timoteo: “reaviva el don de Dios que recibiste por imposición de mis manos”, “reavivar el don” es como con el fuego, hay que echarle más leña para que el fuego esté más vivo, pero ¿qué tal y se te acaba la leña? ¿Qué tal y la ilusión con que comenzaste, la emoción que tenías al casarte, o al iniciar un negocio, todo eso que era importante de pronto parece ya no existir? Y no porque no haya existido, sino que por no acumular leña suficiente, por no adquirir más aceite de pronto la intensidad de la flama se va menguando.
Está faltando recuperar el sabor con el que comenzó todo. En el libro del Apocalipsis hay una alabanza y un reclamo. Dirigiéndose al ángel de Efeso, le dice: conozco tu conducta y tus fatigas, has trabajado mucho… pero tengo un reclamo contra ti, “has perdido el amor que tenías al principio”, es decir el amor con el que comenzaste todo, has perdido el primer amor. Y me parece que muchos hemos olvidado adquirir más leña, comprar más aceite y al consumirse el que teníamos y no renovar el aceite y tener más leña, hemos llegado a la situación que vivimos.
Cada uno puede ver la vida que vive, el matrimonio que lleva, la familia que tiene, la profesión u oficio que desempeña y puede preguntarse ¿Esto es lo que yo quería para mí? ¿Esta vida es la que yo quería para la gente que quiero? Si estás satisfecho (satis en latín significa pleno, completo y Facere es un verbo latino que significa hacer, así que satisfecho es contento, pleno, feliz con lo que has hecho) si estas satisfecho debes sentirte tranquilo, pero si algo hay que no te gusta, entonces debes pensar muy bien qué has dejado de hacer, en dónde te has perdido para estar como estás. Y no se trata de auto flagelarse sino de recomponer el camino; corregir rumbo; enderezar comportamientos, en fin, seguro que hay mucho que hacer para poder vivir la vida tal como uno la quería.
Se dice que es de sabios cambiar, y también sabemos que cambiar es de lo más difícil que hay porque implica transformaciones internas, pero tampoco es que sea imposible hacer, porque la ventaja es que está en la capacidad de cada uno, en la fuerza interior que posee uno y sobre todo en el auxilio de la gracia de Dios que siempre nos motiva a la conversión.