Pbro. Ranulfo Rojas Bretón
Después de haber presenciado el primer debate presidencial se pudo ver juntos a quienes aspiran a dirigir desde la presidencia a nuestra nación mexicana. La pregunta inmediata fue ¿Quién ganó el debate? Y efectivamente, es una pregunta que surge en todas las mesas, aunque vale la pena dejar en claro que una cosa es el debate y otra es la elección. De los que votan, algunos ya están definidos y el debate o los debates no los harán mover su voto, es lo que se llama el “voto duro”, entonces los debates irán sirviendo a los muchos que aún tienen duda sobre a quién otorgar su voto.
El debate del domingo fue lo que se esperaba: Anaya y Meade en un ataque directo a López Obrador intentando presentarse como ese “segundo lugar” que pueda ser una opción real contra el puntero. Ya quien los vio y escuchó puede ver si uno u otro lo logró. El Bronco, que llegó de última hora también se sumó al ataque contra López Obrador. Los tres hicieron un frente común en la búsqueda de posicionarse entre el electorado. Cada uno tuvo sus propios objetivos y seguro en sus “cuartos de guerra” podrán evaluar si los consiguieron o no. Margarita quiso dedicarse a hacer su propia tarea y si bien lanzó algunos ataques contra López obrador, Anaya y Meade, se dedicó más a tratar de hablar a las mujeres, a los vulnerables en espera de colocarse como una opción. Lástima que en cada participación equivocaba palabras y de tanto querer verse flemática se veía sobre actuada.
No sé si López Obrador y su equipo sabiendo que así sería el debate, lo prepararon y prefirieron “aguantar vara”, no engancharse, no contestar y dejar que el tiempo pasara confiando en las encuestas que lo colocan en un distante primer lugar, con la idea de que será casi imposible que lo alcancen.
Cada candidato y su equipo, deberá evaluar si alcanzó sus objetivos de cara al debate y con base en sus análisis deberá plantear sus estrategias para la lo que sigue de la campaña.
Los que vimos el debate tendremos que hacer nuestras propias conclusiones y tratar de definir el voto si aún no lo tenemos definido o pensar muy bien si es que nos damos la oportunidad de reflexionar el voto.
Tal vez el formato no sea lo mejor por la limitación de tiempo y el número tan grande de quienes participan en el debate, pero las reglas se ponen, los candidatos las aceptan y de ellos depende la seriedad con que se preparen, algunos lo harán excesiva seriedad y eso lo veremos lo espectadores, porque aun con la simpatía de algún candidato, no podemos dejar de criticar la respuesta y el modo de hacerlo, la seguridad, o la inseguridad, porque querámoslo o no, el debate “desnuda”.
Yo disfruté el debate, creo que hubo de todo y pude ver la capacidad para argumentar, responder, cuestionar y ver la manera de aprovechar o desaprovechar cada oportunidad que se les presentó. Al final, ganar el debate no es lo más importante sino ganar la elección del primero de julio y para eso, aún quedan muchos días de campaña.
Los electores debemos seguir preparándonos para poder emitir un voto libre, maduro y razonado pensando en el bien de México.