P. Ranulfo Rojas Bretón
El sábado a primera hora comenzó una nueva etapa en nuestra historia de México, la llegada a la presidencia de Andrés Manuel López Obrador se convierte en un acontecimiento relevante, es el presidente número 68, es el presidente que llega después de 18 años de intentos por hacerlo, fueron 3 elecciones en irse consolidando como el candidato de la oposición, el candidato que retoma las aspiraciones del pueblo, de un hartazgo que fue creciendo y que en la toma de protesta se hizo patente. “En ti confiamos”, “no nos falles” y que el mismo presidente retomó: “No puedo fallar”.
No sé si se llegue a una 4ta Transformación, de hecho creo que la primera gran transformación que recibieron estas tierras fue la llegada de los españoles hace 500 años, acontecimiento que por cierto iluminará el año 2019 a Tlaxcala, un acontecimiento significativo y de impacto lo es la Aparición de la Virgen de Guadalupe en 1531, para muchos historiadores, se trata del acontecimiento fundamental y fundante de nuestro México. Hay otra transformación sonada en la historia con la Expropiación del petróleo hecha por el presidente Cárdenas; no tan sonada mediáticamente pero también significativa fue la Guerra Cristera, en fin, acontecimientos relevantes los ha habido y la transformación de México ha sido constante pero bueno, desde antes de ganar, el presidente bautizó a su movimiento con el nombre de: “la 4ta Transformación”.
Ninguno de los que iniciaron movimientos en el pasado como la Independencia, o la Reforma, o la Revolución, se animaron a llamar a su movimiento “Transformación”, eso normalmente es tarea de los historiadores o de los sociólogos. La de ahora, debidamente bautizada, no sé si será la cuarta o la que sea, pero, por el bien de todos, espero que sea una transformación para bien.
Estoy seguro que las esperanzas de la gente serán infructuosas si esperamos que la transformación venga solo de arriba para abajo, es decir, si esperamos que el Gobierno genere trabajo, honestidad, respeto, solidaridad, etc., si bien el Gobierno debe tratar de poner las políticas correctas y el piso parejo para todos, lo cierto es que conductas de trabajo, de lucha, de búsqueda, de ayuda mutua, de respeto a los derechos y bienes de los demás, esos, tienen como residencia la inteligencia y voluntad de cada uno de los miembros de la sociedad, desde los niños hasta los ancianos. Nadie puede sentirse exento de la responsabilidad.
Ahora, lo peor que puede pasar es que haya quien esté deseando que le vaya mal al presidente y que su ejercicio fracase o que sintiéndose agraviado se haga a un lado y se convierte en simple espectador de lo que sucede y con una mirada demasiado agria o amargada. Si ya ganó AMLO y ya está en la presidencia no podemos olvidar que el barco se llama México y en el barco estamos todos. Así que la responsabilidad ya no es solo del presidente y de su gobierno sino de todos y además, se necesita de la mirada crítica, pero comprometida de quien quiere un México diferente.
Así que por el bien de todos ojalá que el gobierno de AMLO tenga resultados positivos pues eso repercutirá en el bien de todos, pero no olvidemos que la transformación anunciada no es tarea solo de él sino de todos.