Pbro. Lic. Feliciano Lara Eliosa
A pocos días del inicio de la Cuaresma, que sirve de preparación para la Pascua y que comienza el Miércoles de Ceniza, recordamos algunas cosas esenciales que todo católico debe saber, entre otras cosas, para poder vivir intensamente este Tiempo Litúrgico.
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Con el Miércoles de Ceniza inician los 40 días en los que la Iglesia llama a los Fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los Misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo con la Semana Santa. El miércoles de ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. En este se explica que, en la Misa, se bendice e impone en la frente de los Fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.
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La tradición de imponer la ceniza se remota a la Iglesia Primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo. La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años d.C., y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.
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La Ceniza es un símbolo. Su función está descrita en un importante documento de la Iglesia, más precisamente en el artículo 125 del Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito Romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos Ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la Penitencia Canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la Misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el Itinerario Cuaresmal. Se debe ayudar a los Fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.
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La Palabra ceniza, que proviene del latín “cinis” representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Ésta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia. La ceniza como como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin. “Dios formó al hombre con polvo de la tierra” (Gén 2,7); “hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gén 3,19).
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Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Éstas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.
- Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido que los Laicos ayuden al Sacerdote. Las cenizas son impuestas en al frente haciendo al Señal de la Cruz con ellas mientras el Ministro dice las palabras bíblicas: “Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás” o “Conviértete y cree en el Evangelio”. Luego el que recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la frase o invitación que le acaban de hacer.
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Cuando no hay Sacerdote la imposición de cenizas puede realizarse sin Misa, de forma Extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto se proceda con una Liturgia de la Palabra. Es importante recordar que la bendición de las cenizas, como todo Sacramental solo puede realizarla el Obispo, un Sacerdote o un Diácono.
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Puede recibir este sacramental cualquier persona incluso no católica. Como especifica el Catecismo (1670 y siguientes) los Sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los hacen los Sacramentos, pero por la oración de la Iglesia “estos preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella.
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El miércoles de ceniza no es día de precepto, pero conmemora el momento en que Cristo se retiró del desierto por 40 días para meditar sobre su misión en ayuno y oración. Las cenizas son un símbolo que nos recuerda nuestra propia fragilidad y mortalidad, y, por tanto, nuestra necesidad de la Gracia de Dios y por esta razón siempre es recomendable.
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El miércoles de ceniza es obligatorio el Ayuno y la Abstinencia, como el Viernes Santo, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos límites es opcional, Ese día los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez al día. La abstinencia de comer carne es obligatoria todos los viernes de Cuaresma.
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de la Resurrección.
“POLVO ERES, Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS” (Gén 3,19)