P. Ranulfo Rojas Bretón
Introducción
El viacrucis como acto de piedad nos hace contemplar las 14 escenas que vivió Jesús en su recorrido desde la condena hasta su sepultura. En el viacrucis también podemos recorrer nuestro propio camino de la cruz. Este año, la contingencia nos está haciendo vivir este hermoso ejercicio de piedad de un modo distinto. Propongo que no solo el viernes santo sino que, mientras dure está contingencia podamos rezarlo para reflexionar y orar por el mundo por nuestras familias, por nuestros pueblos y por cada uno de nosotros que estamos cargando nuestra cruz cada día. Son días de oración, de motivar a la responsabilidad y la solidaridad por todos. Este viacrucis busca generar conciencia y responsabilidad para asumir las medidas preventivas ante el coronavirus, surgió de mi mente precisamente el viernes santo, por eso no lo pude compartir antes, pero creo que puede ayudar a orar acompañando a Jesús y pidiéndole que el nos acompañe en este viacrucis que el mundo padece. Espero sirva para la oración personal y familiar.
Por la señal de la santa Cruz…
Primera Estación: Jesús es condenado a muerte
-Te adoramos Cristo y te bendecimos
-Que por tu santa cruz redimiste al mundo y a mi pecador.
Recreamos la escena de Jesús condenado injustamente. “al que no cometió pecado Dios lo hizo pecado”, no sé si tuvimos culpa o no, pero hoy el mundo ha sido condenado a cargar una cruz muy dolorosa y que hemos llamado coronavirus. El mundo ha sido condenado a refugiarse en sus casas y a frenar su vida. Muchos más, han sido condenados a morir sin que haya nada que hacer por ellos. Sí tenemos culpa o no, en este momento poco importa. Es tiempo de dolerse y pedir perdón, pero también es tiempo de vivir con mayor responsabilidad nuestra vida y que nadie más sea condenado por causa de nuestra desobediencia a las medidas sanitarias. Pidamos a Dios la gracia de la solidaridad.
-Pequé Señor ten misericordia de mi
-Pecamos y nos pesa ten misericordia de nosotros que por nosotros padeciste.
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Segunda Estación: Jesús con la cruz a cuestas
Te adoramos oh Cristo…
Que por tu santa…
Recreamos la escena, Jesús ha sido condenado y carga en sus hombros la cruz en la que será clavado. Tal vez sea una de las peores afrentas, el condenado debe cargar el madero en el que morirá. Si el virus fue provocado por comer murciélago, o creado en un laboratorio o como medida para aniquilar ancianos o enfermos crónicos o para desestabilizar la economía mundial, ya no importa, hoy el mundo carga su cruz, la cruz que posiblemente lo lleve a la muerte y ante la que se siente impotente porque el virus como la espada de Damocles pende sobre su cabeza y no sabe cuándo caerá contagiado. Lamentablemente si nosotros no somos conscientes del terrible mal, también podemos poner una cruz en la espalda de muchos inocentes. Pidamos a Dios la gracia de la conciencia.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa….
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Tercera Estación: Jesús cae por primera vez
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa…
Recreamos la escena de la caída, Jesús no soporta el peso y cae. El mundo ya se tambaleaba por el peso de su cruz, cuando en la Provincia de Wuhan en la lejana China surgió un brote que llamaron coronavirus y que postró al mundo. A distancia lo vimos con sorpresa y hasta con broma, “los chinos comen todo lo que se mueve”. Se desataron las alertas y no hicimos caso, China está muy lejos, dijimos, no va a pasar nada. Nuestra incredulidad e indiferencia recibió castigo, el mundo cayó bajo el peso de la cruz. Pidamos a Dios la gracia de no ser indiferentes.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Cuarta Estación: Jesús y su madre María se encuentran en el camino de la cruz.
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena del encuentro de un hijo condenado y una madre que sufre al ver a su hijo en esas condiciones. ¿Qué dolor será más grande, el del hijo o el de la madre? El hijo que ve a su madre infectada y a pesar de sus posibilidades económicas o médicas simplemente no puede hacer nada más que llorar el dolor de perderla, tal vez, ni siquiera podrá hacerle un funeral, ni despedirla con un beso. Hoy es de dolor de muchos hijos que ven a sus padres caer bajo el peso de esta terrible enfermedad porque los más vulnerables son precisamente los ancianos y los enfermos crónicos. Pidamos a Dios la gracia del amor filial.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a cargar la cruz.
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, el alboroto por la muerte de un sentenciado no a todos importaba, un hombre llamado Simón, originario de Cirene, iba de su campo a su casa, en su camino se encontró con un espectáculo que frecuentemente pasaba: un sentenciado era acompañado por la turba que disfrutaba de ese evento. Él no tenía nada que ver, simplemente fue el hombre equivocado en el momento equivocado, fue obligado a cargar una cruz que no era la suya. Hoy hombres y mujeres han sido obligados a cargar una cruz que no era suya, simplemente su pecado fue estar ahí, convivir con personas que viajan, trabajar en casas de familias con posibilidades, ofrecer servicios y estar en contacto con gente infectada y de pronto ya están cargando la cruz de un virus que no les tocaba. Tal vez ni siquiera tengan los medios para atenderse. Pidamos por todos ellos.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto
Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, una mujer valiente, sin miedo al qué dirán, sin miedo a que la señalen o la acusen, se acerca y con apenas su manto limpia el rostro sufriente de Jesús. A ella nadie la llama, simplemente siente el impulso de ayudar. Hoy muchas mujeres y hombres se han sentido llamadoqs a ayudar, es su vocación, son médicos, enfermeras, personal sanitario que aún con pocos medios y sin equipo apropiado, venciendo el temor al contagio están ahí en el primer frente de batalla. No les importa ser señalados, incluso han tenido que esconder el uniforme que los identifica para no ser blanco de agresiones, pero no se rinden, son los nuevos héroes del mundo. Pidamos por ellos.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena. Jesús no aguanta más y fatigado con pocas fuerzas cae bajo el peso de la cruz. Ahora fue la grande y soberbia Europa, el primer mundo que siente autonomía de Dios el que ha caído. Les previnieron, suspendieron clases y trabajos y la respuesta fue llenar las playas y los centros de diversión. La poderosa Europa no podía ser vencida por un virus del lejano Oriente y sin embargo cayó. Los hospitales se llenaron, los panteones fueron insuficientes y de pronto Europa se frenó. Calles desoladas, plazas fantasmas, todo ahí habla del dolor y hoy bajo el peso de la cruz, Europa caída clama al cielo. La imagen del Papa Francisco en la soledad de la Plaza San Pedro en oración profunda es la clara imagen del dolor y también de la esperanza. “hay timón, hay ancla, hay esperanza y es la Cruz de Cristo”. Oremos por Europa.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Octava Estación: Jesús se encuentra con la mujeres en el camino de la cruz
Te adoramos oh Cristo…
Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, Jesús sigue su camino de cruz y en ese momento un grupo de mujeres lo contempla con dolor y llora por él. Jesús agradece el gesto pero aprovecha para decirles: “mujeres de Jerusalén no lloren por mi, lloren más bien por ustedes y por sus hijos, porque si esto hacen con el árbol verde ¿qué no harán con el seco?”. Hoy también muchas Naciones lloran por sus hijos muertos; la tierra que los vio nacer o se abre para recibirlos en sus entrañas. Las naciones lloran por sus muertos recordando el pasaje bíblico: “se oye un lamento desgarrador, es Raquel que llora por sus hijos que están muertos y no hay nada que la consuele”. Oremos por todas las naciones que lloran por sus hijos muertos.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez.
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, el dolor y el cansancio ya pesan sobre el cuerpo lacerado de Jesús, no puede más y cae rostro en tierra. Ahora le tocó a América, el Nuevo Mundo vio con desprecio la pandemia que se avecinaba y pensó que no llegaría jamás, que el Atlántico sería su protección, pero la pandemia llegó. El continente tardó en cerrar sus fronteras y en tomar las medidas apropiadas; veía caer a Europa pero se sintió inmune. Varios de sus jefes de Estado se mostraron escépticos, la vida transcurría como si todo fuese normal; una nube oscura se cernía sobre nosotros pero no la quisimos ver. Poco a poco aparecieron casos, se comenzó a pedir quedarse en casa y mantener distancia, se pedía no salir y a pesar de los anuncios se veía en México a un Presidente pedir abrazos, convivir y salir a restaurantes, a seguir con la vida ordinaria. Las calles, mercados y plazas estaban abarrotados, aún había bailes, fiestas y concentraciones, fuimos omisos y ahora estamos pagando el precio. Hoy bajo el peso de nuestra cruz, vemos con alarma los números que aumentan, el contagio avanza y aún hay incrédulos e irresponsables que no ponen de su parte. Pidamos para que podamos tomar conciencia y con responsabilidad levantarnos de la pandemia.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, Jesús ha llegado al Gólgota, los soldados lo despojan de sus vestiduras y se la reparten, son vestidos pobres pero ya no le sirven. Hoy la pandemia nos ha desnudado, nuestros bienes en los que confiábamos no nos sirven más. Las propiedades, la fama, el poder, el dinero de nada sirven, hombres y mujeres de toda condición social caen bajo la pandemia y sufre el rico y el pobre. Estamos vulnerables ante el coronavirus y no sabemos qué hacer. “La tempestad que sufrimos nos ha desnudado”, dijo en Papa Francisco en esa emotiva oración aquella tarde lluviosa en la soledad de la Plaza San Pedro, y, ahí estamos desnudos y suplicantes. ¿Esta pandemia a tía de qué te ha despojado? Pidamos a Dios la gracia de la reflexión.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto
Décima Primera Estación: Jesús es clavado en la cruz
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, Jesús es clavado en la cruz y lo primero que hace es pedir al Padre que perdone: “Padre, perdónalos no saben lo que hacen” e inmediatamente fue levantando en alto ahí en medio de dos ladrones. Hoy el mundo está clavado a una cruz dolorosa. ¿Quién nos ha clavado? Ya no importa, pero, ¿El mundo podrá perdonar? Ha habido intentos de atacar a las familias de quien ha muerto a causa de este terrible mal, como si ellos fueran culpables. Hoy el mundo está clavado a esta cruz y los culpables no importa, lo único que importa en este momento es saber qué estamos haciendo para no continuar con el contagio. Lo importante es saber qué tan responsable eres para obedecer el quedarte en casa y no ponerte en riesgo ni poner a nadie en riesgo, especialmente a la población más vulnerable. Pidamos la gracia de poder perdonar y de ser responsable.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Décima Segunda Estación: Jesús muere en la cruz
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, a eso de las tres de la tarde, dando un fuerte grito Jesús muere en la cruz. Hagamos un momento de silencio profundo y contemplemos a Jesús que muere. Hoy los muertos se cuentan por miles, China, Italia, España y Estados Unidos son los países con mayor número de muertos y los demás países vamos subiendo en números. La muerte está ahí presente, aún cuando todavía hay dice: “¿Dónde están los muertos? Todo es mentira de los gobiernos”. Sin duda alguna la ignorancia es atrevida y la necedad es de alto riesgo. La muerte de miles en el mundo, el más de un millón de infectados debiera ser ya una voz que no debiéramos negar. La muerte está presente y “como león rugiente ronda buscando a quien devorar”. Pidamos por todos los fallecidos.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Décima Tercera Estación: Jesús es bajado de la cruz
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena, Jesús es bajado de la cruz y depositado en los brazos de María su madre, quiénes no hemos contemplado las escenas de La Piedad, retratada por tantos escultores y pintores, la escena por sí misma es dolorosa, la madre que recibe a su hijo muerto. Cuando comience el descenso de está pandemia no sabemos, ¿Cuándo terminará esto? Es la pregunta de muchos. ¿Cuándo quién sabe pero de que habrá dolor es algo innegable, de que muchas familias recibirán a sus muertos eso ya lo están viviendo muchos países y nosotros no seremos la excepción? Si queremos que el descendimiento no sea tan doloroso, si no queremos recibir en nuestros brazos a un familiar muerto, está en nuestras manos lograrlo. Cumplamos las medidas ordenadas. Pidamos la gracia de la compasión ante el dolor
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Décima Cuarta Estación: Jesús es sepultado
-Te adoramos oh Cristo…
-Que por tu santa cruz…
Recreamos la escena. José de Arimatea pide a Pilatos le entregue el cuerpo de Jesús para darle sepultura. Él le presta el sepulcro destinado para su propia sepultura. La pandemia nos está pidiendo que junto con nuestros muertos también sepultemos mucho de lo que hasta ahora estamos haciendo mal. La pandemia nos ha hecho vulnerables, pero ¿Nos ha hecho sensibles, nos ha hecho responsables, nos ha hecho solidarios? Junto con nuestros muertos valdría la pena sepultar nuestro egoísmo, nuestra indiferencia por el otro, nuestro individualismo, y todas aquellas actitudes y comportamientos que nos están llevando a la destrucción. Hay que sepultar todo aquello que nos está dañando y llevando al autosuicidio. La pandemia nos debe hacer sacar lo mejor de nosotros y salir de ella más maduros, más responsables, más hermanos. Pidamos la gracia de sacar de lo malo lo bueno de cada uno de nosotros.
-Pequé Señor…
-Pecamos y nos pesa…
-Padre Nuestro. Ave María. Canto.
Ahora hagamos un Padre Nuestro y un Ave María para pedir por el eterno descanso de todos los difuntos de la pandemia.
Dales Señor el descanso eterno.
Y luzca para ellos la luz eterna.
Descansen en paz.
Así sea