MONS. JULIO CÉSAR SALCEDO AQUINO M.J.
IV OBISPO DE TLAXCALA
MENSAJE EN LA ORDENACIÓN EPISCOPAL
1.- LA MISERICORDIA DE DIOS
a) Los Signos de los tiempos
Hermanos, deseo compartir con ustedes lo siguiente: Ante nosotros se presenta una humanidad que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre, que vive muchas pobrezas y formas de esclavitud, que padece varias enfermedades… Son muchos los rostros dolientes de Jesús.
¿Cómo responder a estos “signos de los tiempos? El Papa Francisco nos indica que el camino es la pastoral de la misericordia: “La Iglesia vive un deseo inagotable de brindar misericordia fruti de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y si fuerza difusiva” (EG 24).
El Papa bueno, san Juan XXIII, al convocar el Concilio Vaticano II, afirmaba: “Hoy la Iglesia prefiere emplear la medicina de la misericordia antes de levantar el arma de la severidad”. Sí hermanos, “imedicina de la misericordia”. Sólo así podremos detener el mal que nos agobia; éste nunca tendrá la última palabra. San Juan Pablo II afirmaba que el límite impuesto al mal es, “en último término, la misericordia divina”. Encontrarse con la misericordia. “Donde no se respeta la vida y la dignidad del hombre se necesita el amor misericordioso de Dios, a cuya luz se manifiesta el inexplicable valor de todo ser humano” (Juan Pablo II, 17-VIII-2002; cf. 30-IV-2000).
Así pues, al inicio de mi servicio pastoral, invito a la Diócesis de Tlaxcala a impregnar todas las estructuras pastorales de misericordia y que ésta se situé en el centro de su anuncio y de su vida.
b) Las páginas de la misericordia
El evangelio es el libro de la misericordia de nuestro Padre Dios. “Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos” (Jn 20,30). Hermanos, no todo fue escrito; el Evangelio de la misericordia es un libro abierto, donde se continúan escribiendo los signos y gestos concretos de amor a los discípulos de Cristo.
Escribamos el Evangelio de la misericordia, es decir toquemos las llagas de Jesús, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchas personas. Al curar estas heridas, daremos testimonio de Jesús y lo haremos presente; permitiremos a otros que toquen su misericordia y que, al reconocerlo, manifiesten con fe: “¡Señor mío y Dios Mío” (Jn 20,28), como hizo el apóstol Tomás (cf. Francisco, 3-IV-2016).
El Evangelio de la misericordia requiere “buenos samaritanos” con el corazón paciente, sensible, comprensivo, abierto; exige hermanos generosos y alegres que amen gratuitamente sin perder nada a cambio.
¡Cuántos de ustedes han pasado una o más noches cuidando a un ser querido o a una persona necesitada! Ahí han tocado las llagas de la soledad, de la enfermedad, del dolor….. Estas presencias nos asemejan a Jesús.
Deseo que este mensaje llegue a los cuatro puntos cardinales de la Diócesis ¡Qué nadie quede excluido de la misericordia de Dios!, la cual es más grande que nuestros pecados y desea salir al encuentro de todas las pobrezas y liberar de tantas formas de esclavitud que afligen nuestro mundo; quiere llegar a las heridas de cada uno para curarlas. Abramos nuestro corazón a la misericordia.
c)Salir a las periferias
El camino de Jesús resucitado va en una dirección; salir de nosotros mismos, salir para dar testimonio de la fuerza sanadora del amor que nos ha conquistado. Ante el sufrido grito de misericordia y de paz de tantas personas, escuchamos hoy la invitación esperanzadora que Jesús dirige a cada uno de nosotros: “Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo” (Jn 20, 21). ¡Vayamos a las periferias geográficas y existenciales!, como nos pide el Papa Francisco.
2.- Los Niños Mártires de Tlaxcala
La Diócesis recibirá el próximo 15 de octubre un don: el reconocimiento de la santidad de tres de sus hijos, pequeños, frágiles e indefensos, pero con un corazón generoso, fuerte, audaz. El Espíritu Santo, con esta canonización, llama nuestra atención para que asumamos con mayor fuerza la identidad de la Iglesia: la evangelización.
Los Niños de Tlaxcala, Protomártires de América:
-fueron discípulos misioneros de Jesús, que anunciaron, con su vida y con su palabra, la misericordia de Dios;
-son los más grandes hijos que ha tenido la Iglesia que peregrina Tlaxcala y, por ser los mejores, recibieron el don más grande que puede recibir un discípulo de Jesús: el martirio;
-interceden por nosotros y nos acompañan para que no desfallezcamos en el anuncio del Evangelio.
¡Qué hermoso signo nos da el Espíritu para llevar adelante la pastoral de la misericordia! La vida y la pastoral de la Diócesis tendrán un antes y un después de la canonización. ¡Gracias, Cristóbal, Antonio y Juan, por su fidelidad al Evangelio, por su amor a Tlaxcala, por su amor a la Iglesia, por su espíritu misionero, por su grandeza de fe, esperanza y amor en su aparente pequeñez!
3) San José de Santa María
Encomiendo mi ministerio a nuestra querida Madre, María, en su advocación de Nuestra Señora de Ocotlán, Patrona de la Diócesis de Tlaxcala, y a su esposo san José, Patrono de la Iglesia Universal.
José recibió en su corazón y en su casa todo el misterio de Dios; fue el hombre de la confianza de Dios. No caminó solo; su fe se unió a la fe de María para acompañar a Jesús y prepararlo a su misión.
Retomo una escena evangélica: la huida a Egipto de la Sagrada Familia. Ante la amenaza de la vida de Jesús de parte de Herodes, José obedece y conduce a María y a Jesús a Egipto para salvarlos; José se convierte en el salvador del Salvador. Lleva a Jesús a tierras extranjeras: proyecto misionero de vida. Así, San José va delante de nosotros en el anuncio del Evangelio, amando y cuidando a María y a Jesús.
Que san José de santa María, custodio de la vida y del amor, ante tantas amenazas que tiene hoy la vida, cuide a todos los que habitan esta tierra de María, como cuida a toda la Iglesia, y que nos alcance la gracia de amar y servir, como él amó y sirvió a Jesús. Hermanos, oren mucho por mí para que sea un “nuevo José”, al servicio de la Iglesia que peregrina en Tlaxcala. Gracias.
+Julio C. Salcedo Aquino, m.j.
IV Obispo de Tlaxcala
30 de agosto de 2017
Fiesta de Santa Rosa de Lima
Patrona de América Latina.