Pbro. Lic. Juan Gabriel Pérez Muñoz
Muchos de nosotros nacimos en familias católicas y acudimos al catecismo cuando éramos niños, como un trámite para hacer la Primera Comunión y aprendimos los siete Sacramentos pero sólo como algo conceptual no como algo necesario para la vida, por ello en este artículo hablaré de un Sacramento que aún no se ha explotado en nuestras Parroquias, hablaré del Sacramento de la Unción de los Enfermos.
Los Evangelios testimonian las abundantes atenciones que tuvo Jesús para con los enfermos, y cómo también mandó a sus Discípulos que hicieran lo mismo. En nuestros días no parece conveniente dejar que el enfermo luche solo contra el padecimiento, todos estamos llamados a realizar nuestra obra de misericordia hacia ellos.
La doctrina sobre la Sagrada Unción se expone sobre todo en los siguientes Concilios Ecuménicos: Concilio de Florencia, Concilio de Trento y Concilio Vaticano II.
El Sacramento de la Unción de los Enfermos, es una Unción no para la muerte sino para la enfermedad. Ha dicho el Concilio Vaticano II: La Extremaunción, que puede llamarse también y más propiamente Unción de los Enfermos, no es solo el Sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por lo tanto, el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez.
¿Qué es el Sacramento de la Unción de los Enfermos?
El Sacramento de la Unción de los Enfermos, tal como enseña y profesa la Iglesia Católica, es uno de los siete Sacramentos, instituido por nuestro Señor Jesucristo, insinuado en el Evangelio de Mc 6,7.12-13 «Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus malos (….) Fueron, pues, a predicar, invitando a la conversión. Expulsaban a muchos espíritus malos y sanaban a numerosos enfermos, ungiéndoles con aceite».
Y también recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago. “¿Está enfermo alguno de ustedes? Mande a llamar a los presbíteros de la Iglesia para que oren sobre él y lo unjan con óleo (aceite de oliva) en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará el enfermo y el Señor lo aliviará y los pecados que hubiese cometido le serán perdonados” (Sant. 5,14-15).
¿Quién puede recibir el Sacramento de la Unción de los Enfermos?
Es para los enfermos, para que los aliente y los salve. Por consiguiente, esta Sagrada Unción ha de administrarse con toda diligencia y celo a los cristianos que ven en peligro su vida, a causa de la enfermedad o de la vejez. En cuanto a la gravedad de la enfermedad es necesario se tenga un juicio prudente sobre ella, haciendo aún lado todo escrúpulo (enfermedades no graves). Este Sacramento se puede repetir si el enfermo convaleciera después de la Unción, o si, durante la misma enfermedad, el peligro se torna más grave. La Unción se puede dar a un enfermo antes de una intervención quirúrgica siempre que la causa de dicha intervención sea una enfermedad. Se puede administrar la Sagrada Unción a los ancianos cuyas fuerzas se han debilitado mucho, aunque no exista una enfermedad peligrosa. También a los niños se puede dar la Unción cuando hayan llegado a la edad de uso de la razón, para que queden fortalecidos con este Sacramento. Se puede dar la Sagrada Unción a los enfermos, aunque se hallen destituidos de los sentidos o del uso de la razón, si se estima que muy verosímilmente lo hubieran solicitado si hubiesen estado conscientes. Si el sacerdote llega al enfermo cuando éste ya ha muerto, encomiéndelo a Dios para que le perdone sus pecados y lo reciba con clemencia en su reino; pero no administre la Unción. Más si hay duda si el enfermo ha muerto realmente, puede darle el Sacramento bajo condición.
¿En qué parte del cuerpo debe ser ungido el enfermo con el Oleo?
Se les debe ungir en la frente y en las manos con aceite de oliva o, según las circunstancias, con otro aceite de vegetales, debidamente bendecido. Sin embargo, en caso de necesidad, es suficiente hacer una sola unción en la frente o, por razón de las particulares condiciones del enfermo, en otra parte más apropiada del cuerpo.
¿Cuál es el efecto de este Sacramento?
Este Sacramento confiere al enfermo la gracia del Espíritu Santo, por la cual la persona completa recibe ayuda para la salud; se acrecienta la confianza en Dios, y se robustece para vencer las tentaciones del enemigo (sobre todo de dejarse morir) y la angustia de la muerte, de tal manera que se pueda no solamente resistir las adversidades con fortaleza, sino aún luchar contra ellas y obtener la salud, si esto contribuyese al propio bien espiritual; asimismo, si es necesario, da el perdón de los pecados y la perfección de la penitencia cristiana.
¿Quién puede conferir este Sacramento?
El ministro propio del Sacramento de la Unción de los Enfermos es únicamente el Obispo y el Presbítero. No debe hacerlo ninguna otra persona. Corresponde a estos ministros disponer con una adecuada preparación a los enfermos para la administración de este Sacramento.
¿Qué se requiere para la celebración de este Sacramento?
La materia propia para el Sacramento es el aceite de oliva, o según las circunstancias, otro aceite extraído de vegetales. Y este Óleo debe ser especialmente bendecido por el Obispo como es de costumbre el Jueves Santo, además puede ser bendecido por el que por derecho se equipara al Obispo Diocesano; y en caso de cualquier necesidad por cualquier presbítero.
Es de mucha importancia la imposición de manos por parte del presbítero sobre el enfermo, tal como lo hacía Jesús en su tiempo.
La fórmula de la Unción es la siguiente: Por esta Santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la Gracia del Espíritu Santo. R. Amén
Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. R. Amén.