Pbro. Lic. Netzahualcoyotl H. Xochitiotzin Ortega
Sus orígenes
Ya el mismo origen de la palabra que viene del idioma griego antiguo lo indicará como “servidor, sirviente”. La primera comunidad cristiana los verá nacer con una misión específica que se pone en evidencia en el siguiente texto del libro de los Hechos de los apóstoles:
En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendían a sus viudas en la distribución diaria de los alimentos. Entonces los doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No es justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra». La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Parmenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos. (cf. Hch 6,1-6).
San Ignacio de Antioquía, discípulo directo de san Pablo y de san Juan escribía hace casi dos mil años: “Que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, como también al obispo, que es imagen del Padre, y a los presbíteros como al senado de Dios y como a la asamblea de los apóstoles: sin ellos no se puede hablar de Iglesia” (Epistula ad Trallianos 3,1) De este modo conocemos que ya desde el inicio de nuestra Iglesia los diáconos tenían una misión muy clara e importante en la comunidad cristiana.
Son ministros sagrados
El diácono es constituido ministro sagrado. Así lo afirman los cánones 1008 y 1009 del Código de Derecho Canónico con estas palabras: “Con el sacramento del orden por institución divina algunos entre los fieles, mediante el carácter indeleble, con el cual, son marcados, son constituidos ministros sagrados; esto es, aquellos que son consagrados y destinados a servir, cada uno en su grado, con nuevo y peculiar título, al pueblo de Dios”. Y el canon 1009:
P.1 Los órdenes son el episcopado, el presbiterado y el diaconado.
P.2 Se confieren por la imposición de las manos y la oración consecratoria que los libros litúrgicos prescriben para cada grado.
P.3 Aquellos que son admitidos en el orden del episcopado o del presbiterato reciben la misión y la facultad de actuar en la persona de Cristo Cabeza, los diáconos, al contrario, están habilitados a servir al pueblo de Dios en la diaconía de la liturgia, de la palabra y de la caridad.
¿Cuáles son las funciones del diácono?
- Administra el bautismo.
- Imparte la Sagrada Comunión. Por ello, también puede llevar la Santa Eucaristía a los enfermos en sus casas.
- Para la adoración Eucarística expone al Santísimo y realiza la bendición con Él.
- Realiza celebraciones de la Palabra y distribuye en ellas la Sagrada Comunión.
- Proclama el Santo Evangelio en la Santa Misa.
- Asiste la celebración del sacramento del Matrimonio, con la autorización de la autoridad competente.
- Puede realizar bendiciones de casa, automóviles, imágenes sagradas, personas, sepulturas, etcétera.
Debe vestir los ornamentos sagrados propios: el alba, que es la túnica blanca. La estola cruzada (una banda de tela del hombro izquierdo hacia la cintura derecha) y la dalmática (túnica con mangas anchas que llega hasta las rodillas, cerrada por delante y abierta por los costados hasta el hombro).
Condiciones para ser diáconos
Son varones que han recibido los sacramentos de iniciación y mayores de edad, con la preparación teológica y condiciones establecidas por las leyes de la Iglesia.
Pueden ser solteros o casados. Quienes son solteros permanecerán solteros, algunos de quienes son solteros están orientados para la su consagración como presbíteros. Quienes son casados servirán en el ministerio del diaconado de manera permanente (el próximo artículo de nuestro periódico el discípulo misionero será dedicado al diaconado permanente).
Oremos por las vocaciones, por todos aquellos que se encuentran en las casas de formación para consagrarse a Dios y por quienes ya somos sacerdotes, para que el Señor nos conceda vivir de acuerdo a su Voluntad.