Tiempos de contingencia

P. Ranulfo Rojas Bretón

Lo que está pasando en la Ciudad de México con días ininterrumpidos de contingencia no solo es un fenómeno climatológico, también es un fenómeno social y no solo afecta a la megapolis, también es un fenómeno con afectaciones a todo el país.

La contaminación ambiental, esa famosa nata que se forma sobre la Ciudad de México y que ya también vemos en Puebla –lo cito por lo cercano- aunque se ve en Monterrey, Guadalajara, Tijuana, etc., y que afecta las condiciones de vida de los que viven en esas zonas conurbadas. Sin embargo, la contaminación ambiental se vive en todo el país y se retrata en la calidad del aire, la calidad del agua y en las cambiantes condiciones de clima, en las que llegamos a tener de todo en unas pocas horas: viento, calor, lluvia, frío etc.

Las enfermedades provocadas por esta situación están a la orden del día. Muchísimos presentamos problemas de nariz, oídos, garganta y ojos, sin obviar los problemas gástricos provocados por alimentos expuestos a las condiciones de calor y polvo. Las recomendaciones están siendo muy difundidas por todos los medios y habrá que hacerles caso.
En la Ciudad de México el programa “hoy no circula” está siendo aplicado en sus fases más altas y la situación no parece mejorar.

Pero a la contingencia ambiental habrá que agregar la contingencia social que también estamos viviendo. En cualquier charla de amigos o de café es frecuente hablar de las situaciones de desapariciones, de ejecuciones, de cuerpos encontrados en los terrenos, etc., ni se diga de los problemas ligados al “huachicol”. ¿Qué está pasando? Y sobre todo ¿Qué se está haciendo? Existe un ánimo tenso en la gente que comenta sobre estos casos y ve con preocupación una situación cada vez más apremiante. Hay temor de salir, de estar en casa, de ser asaltados en sus negocios, temor a que les pase algo a sus hijos. Vivimos una situación de contingencia social que también debe ser atendida.

Lamentablemente, unido a este problema está la desconfianza en las autoridades y especialmente en la policía. No hay la seguridad de que si llega la policía todo estará en paz, más aún, existe la suspicacia de la colusión entre los malandrines y la policía y eso es lamentable, porque se deja de creer y se deja de tener paz, si llegan los malandrines malo y si llegan los policías también malo. Las autoridades deben ser conscientes de esta presunción para que tengan más cuidado con el actuar de su policía y no den la oportunidad de comprobar lo que presuponen. Necesitamos guardianes del orden confiables y que ofrezcan certeza de que se puede confiar en ellos y que serán los garantes del orden y de la paz.

Este tiempo de contingencia social necesita medidas no solo institucionales, necesita que cada uno de nosotros aplique medidas que permitan ayudar a que se viva con más tranquilidad y se ayude a los demás generar esa paz que necesitamos. Programas como el de vecino vigilante, alarmas ciudadanas básicas como silbatos, compromiso de reportar cualquier persona sospechosa, o auto sospechoso; estar al pendiente de vecinos que llegan a vivir de otras partes, conocerlos, integrarlos a la comunidad, etc., son algunas medidas que se pueden implementar junto con las medidas de seguridad en el hogar y los negocios como cerraduras, protecciones, etc., ayudarán a reducir estas situaciones de verdadera contingencia social.