Lo que está pasando en la Ciudad de México con días ininterrumpidos de contingencia no solo es un fenómeno climatológico, también es un fenómeno social y no solo afecta a la megapolis, también es un fenómeno con afectaciones a todo el país.
La contaminación ambiental, esa famosa nata que se forma sobre la Ciudad de México y que ya también vemos en Puebla –lo cito por lo cercano- aunque se ve en Monterrey, Guadalajara, Tijuana, etc., y que afecta las condiciones de vida de los que viven en esas zonas conurbadas. Sin embargo, la contaminación ambiental se vive en todo el país y se retrata en la calidad del aire, la calidad del agua y en las cambiantes condiciones de clima, en las que llegamos a tener de todo en unas pocas horas: viento, calor, lluvia, frío etc.
Las enfermedades provocadas por esta situación están a la orden del día. Muchísimos presentamos problemas de nariz, oídos, garganta y ojos, sin obviar los problemas gástricos provocados por alimentos expuestos a las condiciones de calor y polvo. Las recomendaciones están siendo muy difundidas por todos los medios y habrá que hacerles caso.
En la Ciudad de México el programa “hoy no circula” está siendo aplicado en sus fases más altas y la situación no parece mejorar.
Pero a la contingencia ambiental habrá que agregar la contingencia social que también estamos viviendo. En cualquier charla de amigos o de café es frecuente hablar de las situaciones de desapariciones, de ejecuciones, de cuerpos encontrados en los terrenos, etc., ni se diga de los problemas ligados al “huachicol”. ¿Qué está pasando? Y sobre todo ¿Qué se está haciendo? Existe un ánimo tenso en la gente que comenta sobre estos casos y ve con preocupación una situación cada vez más apremiante. Hay temor de salir, de estar en casa, de ser asaltados en sus negocios, temor a que les pase algo a sus hijos. Vivimos una situación de contingencia social que también debe ser atendida.
Lamentablemente, unido a este problema está la desconfianza en las autoridades y especialmente en la policía. No hay la seguridad de que si llega la policía todo estará en paz, más aún, existe la suspicacia de la colusión entre los malandrines y la policía y eso es lamentable, porque se deja de creer y se deja de tener paz, si llegan los malandrines malo y si llegan los policías también malo. Las autoridades deben ser conscientes de esta presunción para que tengan más cuidado con el actuar de su policía y no den la oportunidad de comprobar lo que presuponen. Necesitamos guardianes del orden confiables y que ofrezcan certeza de que se puede confiar en ellos y que serán los garantes del orden y de la paz.
Este tiempo de contingencia social necesita medidas no solo institucionales, necesita que cada uno de nosotros aplique medidas que permitan ayudar a que se viva con más tranquilidad y se ayude a los demás generar esa paz que necesitamos. Programas como el de vecino vigilante, alarmas ciudadanas básicas como silbatos, compromiso de reportar cualquier persona sospechosa, o auto sospechoso; estar al pendiente de vecinos que llegan a vivir de otras partes, conocerlos, integrarlos a la comunidad, etc., son algunas medidas que se pueden implementar junto con las medidas de seguridad en el hogar y los negocios como cerraduras, protecciones, etc., ayudarán a reducir estas situaciones de verdadera contingencia social.