CONCEPTOS REDUCTIVOS SOBRE LA VOCACIÓN

Pbro. Oscar Sánchez Carreño

Coordinador Diocesano de la Pastoral Vocacional

¿Qué es la vocación?

En la actualidad existen muchos conceptos erróneos acerca de lo qué es la vocación. En el ambiente social se manejan muchas ideas a las cuales les atribuyen el término de “vocación”. Esto ocurre debido a que la vocación es algo muy importante en la vida de la gente. Algo similar sucede con los términos de “felicidad”, “libertad”, “justicia”, “amor”. Son temas sobre los cuales la mayoría de las personas tiene una opinión, pero sobre los que unos cuantos se atreven a reflexionar concienzudamente. Con la vocación sucede igual.

Hablar de vocación, es hablar de lo que da sentido a la vida, por lo que es importante mantener una actitud de búsqueda. Hay diferentes conceptos reducidos en torno a la vocación, por lo que es necesario hacer un análisis de ellos y mostrar sus deficiencias. La vocación es una cuestión de consciencia porque el ser humano debe darse cuenta de que tiene que responder a un llamado, voluntaria y libremente. Esta consciencia surge cuando la persona se cuestiona acerca de su misión en la vida y de la relación que tiene su vida con Dios.

¿La vocación, una realización personal o un gusto?

Hay quienes piensan que la vocación es un camino donde podrán desarrollar sus capacidades y aptitudes personales. Así, la opción vocacional es comprendida y vivida como una autorrealización, es decir, como darse a sí mismo una posibilidad de vivir en plenitud. Esta visión es inmanente y egoísta, pues la persona mira sólo a lo que son sus gustos.

En este sentido, suele reducirse la vocación a una opción profesional u ocupacional.  Es sólo preguntarse: ¿Para que soy bueno? ¿qué podría llegar a realizar muy bien? ¿qué me gusta hacer? Son buenas preguntas para desarrollar las propias capacidades, pero insuficientes para encontrar la propia vocación.

El momento problemático de esta visión ocurre cuando una persona posee muchas aptitudes para algo que no es necesaria, o cuando muchas personas piensan que son aptas para la misma cosa, o cuando descubre que hay muchas actividades que le gustan. De esta manera muchas carreras profesionales se saturan sólo porque son más conocidas, porque están de moda o porque requieren menos esfuerzo. Aunque surge la impresión que cuando una persona ya no pueda realizar esas actividades, la vocación se acabará. Entonces, ¿sólo tienen vocación aquellos que tienen muchas aptitudes, y que, además tienen salud y juventud?

¿La vocación, opción altruista?

Este concepto hace de la vocación una situación que depende de la generosidad, de un impulso altruista que conduce a las personas a dedicar su vida al servicio del prójimo. Se trata entonces de ser buena persona y de servir a los demás por medio de una profesión o una forma de vida. Ejercer la solidaridad ayuda a las personas a salir de sí mismas, adquiriendo sensibilidad social y desarrollando habilidades para servir a los demás.

Tomando a la vocación desde esta visión altruista, la pregunta clave sería: ¿Qué me conmueve? Así la persona se enfrenta con sus buenos deseos o con sus buenas inspiraciones. Es entonces una cuestión de docilidad ante el buen corazón que todos tenemos y obedecer a nuestros buenos deseos.

El momento problemático de esta visión ocurre cuando las personas, aunque están efectivamente haciendo el bien, se creen generosas y se llenan de un “santo orgullo” que puede tornarse enfermizo. Con esta visión se caracterizan algunas profesiones como lugares de servicio, y algunos se burlan porque estas personas altruistas suelen tornarse algo problemáticas, solitarias, tristes o frustradas. Fundar la vocación solo sobre el “ser generoso” es arriesgado, porque normalmente las personas flaquean en sus buenos propósitos o llegan a cansarse. Entonces, ¿sólo tendrán vocación aquellos de buen corazón, generosos y dispuestos?

¿La vocación es una forma de vida?

También se ocupa el término “vocación” para referirse a las diversas formas de vida. Así se habla de vocación al matrimonio, al celibato, a la maternidad o a la soltería. Así, la vocación se comprende como una realidad viva, que engloba todo lo que la persona es y compromete su vida. El punto central de la vocación sería así la opción por un modo de vivir con sus propios riesgos. Entonces, desde esta visión lo central en el sacerdocio sería el celibato, en los casados sería el matrimonio.

Las formas de vida son causes por los cuales una persona vive su vocación. Son parte de la vocación, pero no la definen. Porque, por ejemplo, un sacerdote vive el celibato no por el celibato mismo, sino para significar algo más y para vivir los valores del pastor. Se pueden distinguir las vocaciones de las formas de vida señalando que las vocaciones sólo se comprenden desde la fe cristiana, y las formas de vida existen también en los no cristianos.

El momento problemático de esta visión ocurre cuando, repentinamente, a una persona le cambia su forma de vida. Si un hombre ha entendido todo lo que él es en función de su esposa y de su matrimonio, y de repente muere su pareja, puede perder el sentido de su vida. Hay que reconocer que su vocación va más allá de la relación matrimonial y que incluso debe interpretar la viudez como parte de esa misma vocación.

¿La vocación es algo sagrado o un privilegio?

Hay quienes relacionan el término vocación con lo sagrado. Para ellos, decir que algunos tienen vocación, es decir que tienen vocación al sacerdocio. Piensan solo en la vocación religiosa. Es verdad que toda vocación es cosa de Dios, y por tanto sagrada, pero no se puede restringir sólo a algunas vocaciones excluyendo a las otras.

Cuando se hace así, rápidamente se piensa que Dios obliga al hombre que ha elegido. No es raro encontrar personas que se imaginan que Dios castiga a quienes dejan el Seminario o la formación para la vida religiosa. Esta visión separa excesivamente lo sagrado de lo profano.

Desde esta visión no es raro que se considere a la vocación como el privilegio que Dios concede a algunas personas escogidas. Un tesoro muy especial reservado a unos cuantos, por lo que quienes lo han recibido, ya pertenecen a otra categoría, separándose de los demás como personas extraordinarias. Así, a estas vocaciones se les debe un gran respeto y hay quienes se atreven a afirmar que sólo ellas “tienen vocación” en sentido estricto.

El momento problemático de esta visión ocurre cuando hay personas que tienen clara consciencia de que tienen una misión en la vida, desde la cual deben responder a Dios con su vida, pero no están inmersas en el ambiente de lo sagrado, es decir, no son sacerdotes o religiosos, entonces podrían pensar que ellas no tienen vocación. Por eso, es necesario reconocer el sentido sagrado de la vocación que se vive en la secularidad. La vocación no es solamente para los sacerdotes y religiosos.

Entonces, ¿qué es la vocación? En el próximo artículo seguiremos tratando este tema…